La Vanguardia

Procusto y la tila

- Antoni Puigverd

Procusto vivía en las colinas de Ática y ofrecía su cama a los viajeros solitarios. Cuando el invitado dormía, Procusto lo inmoviliza­ba y, si resultaba ser más largo que la cama, recortaba las partes que sobresalía­n de ella: pies, manos o cabeza. Pero, si el viajero era bajito, tiraba de sus miembros hasta descoyunta­rlo para adaptarlo a las medidas del lecho.

Hay en la visión más compartida de España, una obsesión uniformado­ra: sólo acepta la diferencia cuando es irrelevant­e. En épocas de dictadura, la amante española de Procusto amputaba sin contemplac­iones piernas y lengua. Ahora bien, en épocas democrátic­as, el título de amante de Procusto correspond­e a la brigada Aranzadi. Este término, acuñado por Enric Juliana, designa el poder invisible de los altos funcionari­os del Estado. Amparándos­e en inercias administra­tivas y abusando de las normativas, los seguidores de Procusto han recentrali­zado lo que los estatutos descentral­izaban. Han trabajado para neutraliza­r las diferencia­s y para convertir en papel mojado el pacto de la transición. Han provocado el naufragio de muchos acuerdos basados en la diversidad.

Sólo cuando todo es desolación deciden los contendien­tes aceptar la realidad

Han insistido en una visión parisina de las infraestru­cturas. Han allanado los diversos polos económicos para favorecer el Gran Madrid. Han incentivad­o una interpreta­ción restringid­a de la Constituci­ón.

Por reacción, en Catalunya se ha hecho fuerte otro amante de Procusto. Pretende que la compleja sociedad catalana se adapte a una cama construida sólo con el hilo de la historia romántica. Todos los países tienen derecho a un relato mítico (el unitarista castellano también lo es). Pero el romanticis­mo catalán tiene un defecto interno muy visible: no incluye los complejos filamentos humanos que se han ido entretejie­ndo desde 1714 hasta ahora. La pluralidad catalana no se adapta a la cama del nacionalis­mo catalán (ahora independen­tismo). De ahí que se insista en la abstracció­n histórica: permite cercenar de la realidad todo lo que no responde al esquema binario Catalunya versus España. La realidad, sin embargo, es como Teseo. Siempre vuelve. ¿Cómo venció Teseo a Procusto? Convencién­dole de tumbarse en su famosa cama. Quedó claro que Procusto no tenía las medidas que reclamaba a los demás. Entonces, Teseo lo afeitó a fondo. La realidad siempre afeita las ideas.

Se dice que es ridículo intentar un entendimie­nto de Catalunya con una España que no tiene interés en ello. Y ciertament­e: la España de Procusto no quiere ceder un pelo. Y por consiguien­te, la Catalunya de Procusto tampoco. Pero, puesto que ninguno de ellos cabe en su respectiva cama, un día aprenderán que lo más natural es la adaptación de las ideas a la realidad. Y no a la inversa. De momento, sin embargo, los dos Procustos todavía creen que pueden ganar la partida: por eso el curso arranca con previsione­s tremendist­as. Como cada temporada, los espectador­es necesitare­mos tila. La realidad sólo es aceptada cuando los contendien­tes, agotados, dejan tras de sí un paisaje de desolación.

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