La Vanguardia

Condenado por dar Viagra al jefe sin que lo supiera

- BARCELONA

Ni el jefe, ni los compañeros ni el juez que le ha condenado creen que el británico Benjamin Chope, de 24 años, sea un peligro para la sociedad. Tuvo un mal día y en su afán de alegrar la rutina laboral hizo lo que hizo: aderezar ocho pastelitos caseros de gelatina con 30 pastillas de Viagra y dárselos a probar a sus jefes el 1 de abril, día de los Inocentes en Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y medio mundo.

“No tenía intención de dañar a míster Webber (el único directivo intoxicado), pero pensó que sería divertido provocar unas erecciones al jefe”, señaló la fiscal Caroline Bolt durante la vista. Y peligroso porque Daniel Webber terminó ingresado de urgencias aquel 1 de abril del 2016 y el joven Benjamin Chope fue despedido, perdió otro empleo posterior y ha sido condenado esta semana a 80 horas de trabajo sin paga y 12 meses de voluntaria­do forzoso.

Chope llevaba trabajando tres años y medio en un establecim­iento de la popular cadena Home Bargains en Newton Abbot, en el condado de Devon, en el sur de Inglaterra, famosa por su estación de ferrocarri­l, el hipódromo y los jugadores de cricket.

Una de las aficiones de Chope era llevar dulces caseros al trabajo, por lo que aquellos ocho pastelitos de gelatina pasaron desapercib­idos a pesar de que el 1 de abril es un día propicio a las bromas, incluso las que emiten medios serios como la BBC que un 1 de abril de 1957 anuncia que en Suiza crece una planta comestible en forma de espagueti como que pingüinos voladores huían de la Antártida, hartos de pasar frío, en dirección a la selva amazónica (2008).

Lo cierto y probado en el juicio es que Chope adquirió 30 pastillas de viagra por internet y una vez pulverizad­as las mezcló con sus pastelitos de gelatina. El 1 de abril por la mañana, invitó a sus jefes a que los probasen. Sin que constara animadvers­ión previa –según el relato de la fiscal–, el joven Chope invitó particular­mente a Daniel Webber. A la segunda invitación –acaso para no quedar mal o por no tener que aguantar toda la mañana al subordinad­o cocinitas–, la víctima se llevó a la boca un pastelito “bastante grande” y notó enseguida un sabor extraño.

Lejos de advertir una reacción placentera, “quince minutos más tarde empezó a sentirse significat­ivamente indispuest­o”, según el sumario. Fue entonces cuando Benjamin Chope informó a sus compañeros de la broma que había perpetrado (y no antes, aunque el mundo nunca sabrá si compartió previament­e la broma con sus compañeros a quienes “salvó” con su silencio de un posible despido). La víctima permaneció ingresada 10 horas en el hospital.

Tras afear al acusado que “el pobre míster Webber, como puede usted imaginar, estaba efectivame­nte asustado”, el juez Philip Mott concluyó la sentencia con un “usted será un poco más adulto y algo más sabio al final de todo esto”.

Era el día de los Inocentes y Chope invitó a pastelitos –con 30 pastillas del fármaco– a sus jefes

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. Foto del perfil de Facebook de Benjamin Chope

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