Francia se suma a Alemania y aboga por dejar de negociar con EE.UU.
Sus calendarios electorales aconsejan renunciar por ahora al acuerdo comercial
Francia echó ayer una palada más para enterrar el tratado comercial que la Comisión Europea actualmente negocia con Washington en nombre de los todavía 28 estados miembros de la Unión. “Francia no puede aprobar un acuerdo así”, dijo su presidente François Hollande.
“Francia prefiere mirar las cosas de frente y no cultivar la ficción de que será posible llegar a un acuerdo antes del final del mandato” de Barack Obama, abundó el jefe de Estado en un discurso ante embajadores franceses refrendando así el anuncio hecho horas antes por su secretario de Estado de Comercio, Matthias Fekl, de que París va a pedir “la interrupción pura, simple y definitiva de las negociaciones”, que “han sembrado miedo a todo el mundo”. En Berlín, el vicecanciller y ministro de Economía, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ha dado por fracasadas las conversaciones, si bien la canciller, Angela Merkel, ha sido menos categórica y ha evitado sentenciarlo de muerte.
¿Significa esto el final del potencial acuerdo de comercio e inversiones transatlántico, el polémico TTIP, como se le conoce por sus siglas en inglés? No realmente. Hollande está abierto a retomarlas “sobre nuevas bases” con el próximo inquilino de la Casa Blanca (acusa a Obama de no ofrecer “nada o sólo migajas”). Reanudar las conversaciones, pues, pasadas pues las elecciones presidenciales en Estados Unidos, dice, pensando realmente en las que su país celebra en el 2017. También será año electoral en Alemania, donde las protestas contra el tratado han movilizado a decenas de miles de personas. Con la base electoral de la ‘gran coalición’ en continua merma, parte de la clase política alemana empieza a distanciarse cautelarmente del acuerdo, aunque fue el país más interesado en negociarlo. El otro gran defensor del TTIP ha sido el Reino Unido, pero con su decisión de abandonar la UE su influencia decae. España también se ha contado entre los países más interesados en la firma del acuerdo, pero no ha destacado en ningún momento en su defensa.
La Comisión Europea, sin embargo, sigue defendiendo la negociación y aboga por llegar “hasta el final” antes de pronunciarse sobre su resultado. Tiene el aval unánime de los 28 para negociar y técnicamente puede seguir adelante al margen del ruido que llegue desde las capitales. Pero el debate no está zanjado, por mucho que los líderes dijeran en junio a su presidente, Jean-Claude Juncker, que siguiera negociando. Los grupos de izquierda en la Eurocámara no se creen aún que el acuerdo que tanto han
París y Berlín prometen en cambio salvar el acuerdo con Canadá, menos cuestionado en la calle
criticado esté siendo enterrado y no descartan que sea una maniobra para obtener más concesiones.
Berlín y París abogan en cambio por concentrar sus energías en salvar el tratado firmado con Canadá, pendiente de ratificación. Apoyan sin ambages el acuerdo, que presentan como la antítesis del TTIP, y han forzado a la Comisión a renunciar a su recién adquirida competencia exclusiva sobre acuerdos comerciales para, en lugar de conformarse con que sea ratificado sólo por las instituciones de la Unión, hacerlo pasar por todos los parlamentos nacionales.