Vall d’Hebron estrena quirófanos punteros.
La lista de espera seguirá igual hasta que en 2017 se abra otra unidad de críticos
El nuevo bloque quirúrgico del hospital general de Vall d’Hebron reúne casi todo lo que tecnológicamente pueden desear los cirujanos de un gran hospital público: un robot Da Vinci XI de última generación que permite la visión interior en ángulos hasta ahora imposibles, quirófanos para operar en 3D, salas con arco radiológico para comprobar allí mismo el resultado de la intervención, equipamiento especial para los de cardiología, tecnología para navegación neuroquirúrgica, todo preparado para operar con normalidad a través de los orificios naturales... Es el mismo número de quirófanos que ya tenía el hospital general repartidos por cuatro plantas, pero nada que ver tecnológica y logísticamente.
Ha tardado 10 años en hacerse realidad la petición de los profesionales. La obra empezó en 2006 pero la crisis le pilló de lleno y esas tres plantas apoyadas en grandes pilares sobre las urgencias no pudieron equiparse, la parte esencial, hasta 2013. La obra ha costado 21 millones y el equipamiento 16 más. Los cirujanos, anestesistas, enfermería y auxiliares son los mismos –hay 800 trabajadores autorizados para actuar en este bloque– que hasta ahora se han ocupado de los 8.000 pacientes que se operan al año.
Y a pesar de que esa enorme inversión tecnológica y logística convierte a esos quirófanos en mucho más eficientes, hasta un 20% más, el resultado no será de momento visible. No hay más capacidad para atender, “operan los profesionales, no los quirófanos”, recuerda el coordinador del bloque, Joan Antoni Hueto, por lo que la lista de espera aún no notará nada. Sobre todo faltan camas de críticos, donde se cuida y vigila a los operados más complicados. Se espera que en 2017, como está prometido, abran en la planta de encima de los quirófanos 26 puntos de tratamiento y una nueva área de rehabilitación con 20 cabinas para los pacientes que no hagan el postoperatorio en las dos salas de la planta de quirófanos.
La apuesta tecnológica ha incluido también “conseguir que los quirófanos fueran adaptables a todo tipo de cirugía”, explica Raquel Cánovas, directora tecnológica del proyecto. Lo más espectacular, que cada quirófano se puede personalizar: es posible adaptar automáticamente a cada cirujano y sus intervenciones desde la colocación de las luces, las cámaras, las pantallas, el mural de anestesia, el ordenador con el que manejar información sobre el paciente hasta por supuesto la mesa de operaciones. El perfil queda fijado y cada vez que le toque operar todo se coloca a su manera apretando un botón.
Menos espectacular para los foráneos pero con gran impacto en la seguridad del paciente es la gestión del material quirúrgico. En el bloque hay un gran armario automatizado donde lo que se necesita en cada intervención está en su paquete y perfectamente controlado. En todo momento se puede saber dónde está esa pinza o ese instrumento. Y queda consignado en la historia clínica del paciente, lo que facilita ese seguimiento.
La planta de los 19 quirófanos mide 150 metros de punta a punta. A la vez trabajan allí unas 150 personas. Ayer inauguró las instalaciones el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, quien aprovechó para recordar que hace falta aprobar los presupuestos porque son “una herramienta imprescindible para salir adelante y reforzar nuestro sistema de salud” y “poder prestar mejores servicios, de máxima calidad, sin límites a nuestra ambición y que estén al alcance de todo el mundo”.
El nuevo bloque quirúrgico ha tardado 10 años y ha costado 37 millones
Un robot Da Vinci, arcos radiológicos incorporados y sistemas en 3D