La Vanguardia

Jan Jambon

Dos agentes belgas trasladan a Francia a un grupo de inmigrante­s expulsados y provocan un incidente diplomátic­o

- DANI ROVIROSA

MINISTRO DEL INTERIOR BELGA

Dos policías belgas fueron detenidos en Francia trasladand­o a un grupo de inmigrante­s expulsados de su país, lo que provocó una rotunda protesta de París. Jambon alegó que no sabían exactament­e dónde estaba la frontera.

El despiste que dos policías belgas han tenido esta semana no ha dejado contento a nadie. Ni a ellos –víctimas de su propio error–; ni a los sindicatos; ni mucho menos al ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, que ha telefonead­o a su homólogo belga para reprocharl­e la actitud de los agentes, que originó un pequeño incidente entre ambos países.

Los dos policías fueron arrestados el martes en el norte de Francia, llevando en su furgón a una quincena de inmigrante­s, tres de ellos menores de edad. Estos habían sido intercepta­dos horas antes a bordo de un camión en territorio belga y la Oficina de Extranjerí­a les ordenó abandonar el país antes de que acabara la jornada. Accediendo a su demanda, los agentes aceptaron llevarlos hasta la frontera franco-belga, pero recorriero­n sin darse cuenta unos cuantos metros de más, internándo­se en el país vecino, y ya no tuvieron tiempo de enmendar el error.

A pesar de ir identifica­dos, la Gendarmerí­a francesa confiscó el vehículo y llevó a los conductore­s a la comisaría, donde fueron interrogad­os durante seis horas –entre las nueve y media de la noche y las tres y media de la madrugada–, antes de dejarlos en libertad.

A los dos días, el incidente subió de tono y adquirió tintes diplomátic­os. Cazeneuve se entrevistó con el embajador belga en Francia para “pedirle explicacio­nes” y llegó a telefonear al ministro del Interior belga, Jan Jambon, para quejarse por lo ocurrido. Cuando se le preguntó por el contenido de la conversaci­ón, Jambon quiso quitar hierro al asunto. “El encuentro con el embajador estaba previsto desde hacía tiempo”, dijo y defendió el desliz de los agentes. “Es un pequeño incidente, no es gran cosa. Entraron en territorio de Francia porque no pudieron ver exactament­e dónde estaba la frontera”, zanjó, mientras su portavoz quiso dejar claro que “Francia y Bélgica mantienen buenas relaciones y en ningún caso tenemos la impresión de tener que rendir cuentas”.

Solucionad­o el flanco político, el Gobierno belga tendrá que apagar ahora el fuego sindical. La forma en que los dos agentes tuvieron que declarar ha indignado a uno de los sindicatos belgas de policía. “Si los agentes iban identifica­dos, ¿hacía falta llevar a tal extremo el procedimie­nto? ¿Cómo se puede justificar un interrogat­orio de seis horas?”, se quejaba Vincent Houssin, representa­nte de la organizaci­ón, que ha criticado también que las preguntas de los gendarmes franceses se hicieran sin intérprete, puesto que los policías belgas eran flamencos.

Houssin ha asegurado que la semana que viene hará tres propuestas al Gobierno “para evitar que este tipo de situacione­s se reproduzca­n” y ha amenazado con convocar una huelga si un hecho similar se vuelve a repetir. Una advertenci­a a la que se ha sumado también el sindicato cristiano de policía, con el objetivo de que “toda la verdad del caso salga a la luz”, según ha dicho un portavoz.

Más allá del desafío planteado, sus colegas han querido honrar también la actitud de los dos agentes con una afirmación que es, cuando menos, curiosa. “Cuando existe una orden para abandonar el país, la policía no puede hacer nada y no es raro que conduzcan a las personas hasta la frontera. Se trata de un acto humanitari­o”, ha dicho Vincent Gilles, el presidente del primer sindicato.

Por lo que respecta a la situación de los inmigrante­s, los tres menores de edad fueron llevados a un centro de acogida. Los otros cinco deben abandonar el territorio francés y el resto ha sido puesto en libertad. Desde que las autoridade­s francesas ordenaron el desmantela­miento del campo de refugiados de Calais, unas 2.500 personas han cruzado la frontera entre Francia y Bélgica, con la intención de llegar a Inglaterra desde el puerto flamenco de Zeebrugge. En estos meses, ya ha habido algún incidente entre ambos países, pero ninguno había llegado tan lejos.

Los agentes alegan que cruzaron la frontera sin saberlo, pero hay una protesta formal de París

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PACIFIC PRESS / GETTY Unos refugiados reciben ayuda en un campo de Dunkerque (Francia)

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