De McSorley’s a Montalbán
En una visita reciente a Nueva York tuve la suerte de que Jordi Graupera me llevara a beber a McSorley’s Old Ale House, seguramente la taberna más antigua de la ciudad. Se ve que te reciben con la pregunta “¿rubia o negra?” desde que abrieron en el año 1854. Elijas la que elijas, te sirven dos jarras. Si pides dos, te ponen cuatro. Cuando preguntas por qué, te responden que lo hacen así desde el primer día. Y si insistes, se las arreglan para atender a otro cliente.
La casa y la testarudez de que hace gala ha servido de inspiración para el establecimiento Horace and Pete’s, escenario de la serie homónima de Louis CK. “¡Aquí no mezclamos bebidas!”, responde malhumorado el tío Pete, interpretado magistralmente por Alan Alda, cuando un hipster le pide un gin-tonic. La fascinación por el absurdo en que cae a menudo el comportamiento carismático es un sentimiento al que recurre la cultura norteamericana desde Homer Simpson hasta Huckleberry Finn, de Tony Soprano hasta Sitting Bull, de Mohammed Ali hasta Yogi Berra. No podría ser de ninguna otra manera en el país que lo debe todo al coraje de unos antepasados necesariamente menos formados que sus descendientes y que, sin tener nada, lo arriesgaron todo para asegurarles un futuro mejor. “Jo vinc d’un silenci”, que cantaba Raimon. De hecho, está en la vocación de dar voz a los iletrados que la cultura popular se podría distinguir de la alta cultura. En el ejercicio de defender formas de pensar, de sentir y de vivir, formas de belleza y de verdad alternativas a las académicas o institucionales. Le daba vueltas ayer, mientras escuchaba con gallina de piel el gran pregón de Javier Pérez Andújar. Cuando hablaba de personajes de cómic, me venía a la cabeza Qualsevol nit pot sortir el sol, de Sisa. Pero también todo el universo de artistas, badocs, mozalbetes y comerciantes que deberían poblar el Paral·lel al principio del XX y que tan bien supieron recoger Xavier Albertí y Eduard Moliner en una magnífica exposición en el CCCB hace un par de años. Quizás Joan de Sagarra echará en falta el Eixample entre los barrios referidos en el pregón. Yo eché de menos alguna referencia, aunque fuera mínima, al fútbol como uno de los principales impulsores de la cultura popular de este país. ¿Cómo se puede añorar un quiosco sin recordar la gran fotografía deportiva que hemos tenido? ¿Cómo se puede hablar de caricaturistas sin hacerlo de Castanys, el creador de l’avi Barça? Es verdad que de fútbol se habla demasiado. Pero de la cultura popular que ha generado a su alrededor no hablan ni siquiera sus mejores defensores. Lo hacía siempre de manera brillante el añorado Vázquez Montalbán. Es también por esta razón por la que lo echamos de menos. ¡Feliz día de la Mercè!
¿Cómo se puede hablar de caricaturistas sin hacerlo de Castanys, el creador de ‘l’avi’ Barça?