La primera aborigen con escaño en el Parlamento australiano
PERTENECE A LOS WIRADJURI, UN PUEBLO CON IDIOMA PROPIO QUE VIVE DE LA CAZA Y LA PESCA. TRAS VIVIR UNA INFANCIA COMO APÁTRIDA, SE HA CONVERTIDO EN LA PRIMERA MUJER DIPUTADA INDÍGENA
Nunca antes en Australia el nombramiento de una diputada nacional había creado tanta expectación. Linda Burney, una antigua profesora de 59 años, tomó posesión de su cargo hace unos días en Canberra, convirtiéndose así en la primera mujer aborigen escogida como representante política en el Parlamento nacional. Se calcula que gran parte de los aborígenes australianos murieron en el siglo XIX tras la colonización inglesa y los pocos supervivientes han vivido muchos años olvidados y marginados por las instituciones públicas. “Nací en un tiempo donde el gobierno australiano sabía cuántas ovejas había pero no cuantos aborígenes”, recordó Burney en su emotivo discurso de toma de posesión en el que mostró con orgullo un manto tradicional de su comunidad.
Burney, madre soltera de dos hijos, es descendiente de los Wiradjuri, un grupo de indígenas con idioma propio dedicados en su mayoría a la caza y a la pesca. Nació en abril de 1957 en una pequeña aldea de 300 habitantes en el seno de una familia de ganaderos. Formó parte de la conocida como generación perdida y vivió sus primeros diez años de vida como apátrida, sin nacionalidad, hasta que en 1967 la Constitución del país reconoció oficialmente por primera vez a los indígenas como ciudadanos. Pero los tiempos difíciles de la joven no acabaron ahí. Linda Burney tuvo que esperar hasta los 28 años para conocer por primera vez a su padre y a sus diez hermanos que hasta entonces habían vivido en una familia de acogida, un fenómeno muy común entre los indígenas, una “raza condenada”.
A pesar de los años de sufrimiento, Linda Burney no quiso tirar la toalla y años más tarde se convirtió en la primera mujer indígena en obtener una diplomatura de Educación en la Universidad de Sydney. En 1979 empezó a dar clases en una escuela pública y un año más tarde entró a formar parte del Consejo Nacional para la Reconciliación con los Aborígenes, un organismo con el objetivo de curar las heridas que había sufrido la población indígena tras la conquista del país por parte de los colonos ingleses. Burney estuvo muy vinculada a esta entidad y su contribución fue esencial para la creación de la primera ley de educación para los aborígenes australianos. Uno de los momentos más emotivos para ella fue la celebración en su aldea del 150.º aniversario de su escuela primaria.
Se considera a sí misma como una “defensora de los desfavorecidos” y ya consiguió un primer hito histórico en el 2003, cuando entró a formar parte del Parlamento local de su estado, Nueva Gales del Sur, en el que se involucró como miembro del comité parlamentario para la infancia y la juventud. En las últimas elecciones nacionales del pasado mes de julio, Burney consiguió los votos suficientes para obtener un asiento por el Partido Laborista en el Parlamento de Australia en Canberra. Uno de sus principales objetivos como diputada es “traer el espíritu de lucha” de la comunidad Wiradjuri y seguir de cerca el referéndum que se debería celebrar en mayo del 2017 para reconocer a los indígenas en la Constitución. La población aborigen en el país apenas llega al 3% del total y el trato del gobierno hacia ellos sigue siendo muy desfavorable. Los datos hablan por sí solos: la tasa de desempleo en el colectivo supera el 17%, cuando la media nacional es del 5%. Tras décadas de lucha intensa, Linda Burney será ahora la voz de esa minoría que quiere un futuro mejor en uno de los países más ricos del mundo.
Con 28 años, conoció a su padre y a sus diez hermanos, que vivían en una familia de acogida
Defenderá la consulta que en el 2017 decidirá el reconocimiento de los aborígenes en la Constitución del país