La otra
Ella es la culpable. Ha roto sus vidas, la felicidad de sus hijos. Los niños. Ya no verán a sus padres juntos nunca más. Y todo por ella, que lo sedujo. Con su cuerpo, con su sonrisa... esas insinuaciones cuando trabajaban juntos. ¡Qué miserable! Echarle el guante a un hombre casado, pero qué se ha creído. Sin vergüenza. Vaya tipa. Y eso que ella también tiene pareja. Y además es madre. Pero ya se sabe, estas lagartas acechan a la vuelta de la esquina. Él qué iba a hacer, pobre. No pudo evitar caer en sus redes. Es que en el fondo los hombres son muy simplotes y se quedan indefensos ante estas pérfidas mujeres. Si Angelina lo hubiera cuidado más, esto no hubiera ocurrido. Porque, ¿sabes?, ella no está muy bien de la cabeza. Que dicen que está chalada, vamos. Si no de qué iba a querer tanto niño, seis nada menos. Y además le da al vino. Una copa al día se bebe, a veces hasta dos. Lo hace para matar el hambre. Por eso se la ve tan delgada. No come, pero la botella no la suelta. Una buena madre no toma alcohol. Con este escenario en casa, no me extraña que Brad haya buscado un desahogo fuera. Él es una víctima. Lo ha dicho muy claro: “Ella ha desatado el infierno”. El pecado original siempre acaba rebrotando.
Imposible que el responsable haya sido él. Imposible que simplemente se hayan cansado el uno del otro. El batallón de energúmenos digitales ya ha dado su veredicto. Marion Cotillard: culpable de adulterio y seducción. Angelina Jolie: culpable por omisión matrimonial. Así se lo han hecho saber a través de las redes sociales a una y otra. Los insultos y amenazas llenan las cuentas de Instagram y Facebook de estas dos mujeres. Y Brad Pitt, dejémoslo, que lo está pasando muy mal.