La Vanguardia

En lo alto del árbol, a voces

Retrato de Jorge Sampaoli, el hombre que mantiene al Sevilla en primera línea

- SERGIO HEREDIA Barcelona

Una vez, el árbitro expulsó a Jorge Sampaoli. Ocurrió en 1996. Hace ya mucho. Sampaoli (56, Argentina) dirigía el Alumni de Casilda, conjunto de la cuarta división argentina. El árbitro decidió expulsarle y el hombre se aupó a un árbol. Desde una rama, siguió dando voces a sus jugadores. El equipo perdió. Un agente del Newell’s leyó la historia y lo contrató para su filial. Ahí, definitiva­mente, arrancó la carrera de Sampaoli, hoy el técnico del ejemplar Sevilla.

Su carrera como futbolista se había truncado en 1979. Tenía 19 años cuando sufrió una doble fractura de rodilla. Nunca se repuso de aquello.

“Era un carrilero zurdo, muy zurdo. La derecha sólo la quería para caminar. Daba batalla hasta el último minuto”, cuenta un amigo de su infancia, en Casilda (provincia de Santa Fe).

Ahí, con la fractura, dejó de triscar sobre el césped.

Y se arrancó como técnico. Bueno, no del todo. Antes que técnico, fue cajero de un banco y oficial de un registro civil.

Lo del fútbol era en las horas libres. Ni más ni menos.

Mientras firmaba actas de nacimiento, leía manuales de fútbol. Le gustaba, por ejemplo, todo aquello que se escribía acerca de Marcelo Bielsa. Su 3-3-1-3. Siguiendo a Bielsa, Sampaoli se convirtió en un entrenador de referencia. Su Universida­d de Chile, la U, llegó a encadenar cuatro títulos consecutiv­os. Luego fue selecciona­dor de Chile, y ahí siguió creciendo. En el Mundial del 2014 derrotó a España (2-0) y llegó a octavos.

–Para mí, Bielsa ha sido un modelo que seguir y una inspiració­n –dice Sampaoli.

Lo dice pocas veces, y muy a contracorr­iente. Todo eso de la exposición mediática lo lleva fatal. O eso dicen quienes le tratan en Sevilla.

“Es totalmente hermético. Se ha traído un equipo técnico argentino, es seco en el trato y sólo concederá una entrevista: al periódico oficial del club”, dicen fuentes próximas al Sevilla.

Ese comportami­ento provoca sentimient­os encontrado­s. Porque el Sevilla pinta bastante bien. Se encuentra segundo en la Liga y acaba de tumbar al Atlético de Simeone, un ogro.

“Es cierto que arrancó metiéndole seis goles al Espanyol (6-4). Pero por un momento dio la impresión de que aquello no era tan bueno como parecía. Empató en campo del Villarreal y el Eibar y empezó a haber mosqueo –dicen las mismas fuentes–. Sin embargo, en las últimas semanas parece que se ha dado un paso adelante. La gente está ilusionada. El equipo parece en racha. A ratos es atractivo. Y sobre todo, es fiable”.

De todo eso, Sampaoli prefiere ni oír hablar. Sigue encerrado en sí mismo, leyendo y leyendo.

–Incluso cuando estoy descansand­o, mi mente no se desconecta del fútbol. Miro hacia atrás y me doy cuenta de que abandoné a mi familia por el fútbol. Pero lo hecho, hecho está –dice. Su familia es Bielsa. Un workaholic.

SENTIMIENT­OS ENCONTRADO­S En Sevilla, la actitud de Sampaoli provoca opiniones dispares: es opaco, pero el equipo funciona

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GONZALO ARROYO MORENO / GETTY Jorge Sampaoli, técnico del Sevilla, esta temporada

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