Revolución cultural a la valenciana
La novela ‘No iba a salir y me lié’, escrita por Chimo Bayo y Emma Zafón, revive la ruta del bakalao desde el presente
Yo formo parte de la familia de mucha gente... todo el mundo debería tener una foto mía en la mesita de noche”. Así comienza Chimo Bayo a hablar de sí mismo, irónico y desmitificador, en plena promoción de la novela No iba a salir y me lié (Roca Editorial), escrita junto a la periodista Emma Zafón, y en la que ofrecen una visión de la legendaria ruta del bakalao desde una vertiente alejada de tópicos y apriorismos.
Joaquín Bayo (Valencia, 1961) fue una de las indiscutibles referencias de aquella escena musical y lúdica que reinó sobre todo en la carretera del Saler de los ochenta hasta mediados de los noventa, en un conjunto de míticas salas (Barraca, Spook Factory, Chocolate, Espiral, Puzzle...) y sus correspondientes aparcamientos, durante intensos fines de semana sin pausa ni descanso y donde se combinaron la última música techno del momento, las ganas de divertirse y las drogas.
Cuenta Zafón (Castellón, 1987) que el origen del libro fue darse cuenta de que alrededor de la movida madrileña hay toda una tradición literaria y cinematográfica, y en cambio, de la ruta del bakalao “apenas se ha escrito nada como movimiento cultural, que lo fue sin duda”. Y eso que por cuestiones generacionales de la ruta poco sabía, nada de manera directa: “solo conocía a Chimo, sus canciones, haberle visto en televisión y poco más”. Hubo un año y medio de intercambio electrónico y telefónico de ideas, borradores y recuerdos y anécdotas por parte del pinchadiscos, que a sus 55 años sigue trabajando de manera intensa en sesiones nocturnas de música electrónica.
“Yo soy una persona muy accesible, pero me sorprendió que me llamara una chica joven que podría ser mi hija proponiéndome hacer algo de la Ruta”, recuerda el dj y autor de pequeños himnos de la también llamada ruta destroy como La tía Enriqueta, Bombas, bombas o, por supuesto, Así me gusta a mí, con aquel glorioso estribillo de “exta sí, exta no”. La también novelista (autora de La meva germana Yvonne, sobre la corrupción en Valencia) aclara que “la idea original era que el libro tenía que ser una obra de ficción, y que versara sobre dos ruteros hechos bastante polvo que se encuentran después de muchos años y quieren recuperar la Ruta”. Bayo no duda en elogiar la tarea de Zafón, “que ha sabido dar una agilidad tremenda a una obra que creo que levantará polvareda por lo que explica pero también tendrá trascendencia porque defiende la idea de la búsqueda de la felicidad en los dos protagonistas cueste lo que cueste”.
Y después de hacer este libro a cuatro manos, la escritora lo confiesa: “Ahora veo que la ruta fue música electrónica de calidad de unos chicos que habían trabajado mucho, fiesta ininterrumpida, hedonismo de masas, una verdadera revolución cultural”. El pinchadiscos no es menos preclaro: “Lo que yo destaco y reitero es la empatía que existía siempre entre la gente. En vez de liarse a hostias como ahora, la gente se hacía amiga. Era una empatía que también tenía que ver en parte con la educación clásica que teníamos, porque, vamos a ver, se puede ser transgresor pero educado”.
La duda razonable: ¿no se estará poniendo nostálgico? “No se puede tener nostalgia de algo irrepetible lo he dicho a menudo, y eso lo digo porque la ruta y lo que significó es algo que nunca volverá. Y por eso digo también que la gente se sienta muy orgullosa de haber sido elegida en aquel momento, de haber participado en un movimiento hedonista absoluto de música acompañado de los aderezos que cada uno quiso”.
“No se puede tener nostalgia de algo irrepetible como la ruta y que nunca volverá”, asegura el disc-jockey