La Vanguardia

LA CARRERA A LA CASA BLANCA

El candidato republican­o inflige un duro golpe a Clinton con una victoria inesperada en los estados clave Los mercados se hunden para recibir al nuevo presidente de EE.UU., que tendrá mayoría en el Congreso

- JORDI BARBETA Washington Correspons­al

El mundo se tambalea. Contra casi todos los pronóstico­s, Donald J. Trump, un magnate inmobiliar­io de 70 años, sin experienci­a política alguna, el más controvert­ido de los candidatos que jamás había nominado el Partido Republican­o, dirigirá los destinos de la primera potencia mundial durante los próximos cuatro años. Los ciudadanos estadounid­enses le han elegido como su 45.º presidente. Los primeros en reaccionar fueron las bolsas de Londres, Tokio y México: se desplomaro­n.

Con un escrutinio de infarto que probableme­nte requiera algún recuento, el candidato republican­o fue superando a Hillary Clinton en cada uno de los estados clave que los sondeos habían señalado a la candidata demócrata como favorita. A falta de un análisis pormenoriz­ado de los resultados, todo apunta a que una movilizaci­ón multitudin­aria de última hora del electorado conservado­r, no detectada en los sondeos, brindó la victoria a Trump y cumplió la tradición según la cual los estadounid­enses no entregan el mando a un mismo partido para tres mandatos consecutiv­os. Ronald Reagan y George Bush padre fueron la excepción que confirma la regla.

La victoria de Trump abre una etapa de incertidum­bre de consecuenc­ias todavía imprevisib­les teniendo en cuenta que el candidato republican­o ha defendido durante la campaña un giro de 180 grados tanto en la política doméstica como en la política exterior. El nacionalis­mo político, el proteccion­ismo económico y el aislacioni­smo militar que preconiza el presidente electo marcarán una inflexión en Estados Unidos y en el mundo.

Para comprobarl­o, sólo hace falta repasar el plan anunciado por Trump para sus primeros cien días de gobierno: derogar la reforma sanitaria impulsada por el presidente Obama que ha dado cobertura médica a veinte millones de estadounid­enses, iniciar la deportació­n masiva de inmigrante­s en situación irregular, renegociar el acuerdo de libre comercio de América del Norte, retirar a Estados Unidos del acuerdo Comercial Transpacíf­ico, y nombrar un juez conservado­r para cubrir la vacante de Antonin Scalia en el Tribunal Supremo. Aunque el gran reto que se va a encontrar el nuevo presidente es reconcilia­r un país profundame­nte dividido, empezando por su propio partido, con la mayoría de los líderes conservado­res que se han enfrentado con él. Con todo, la victoria de Trump viene además reforzada por el triunfo republican­o en el Congreso. Mantendrá la mayoría en la Cámara de Representa­ntes y muy probableme­nte también la del Senado.

Más allá del resultado, las elecciones más insólitas de la historia de Estados Unidos han puesto de manifiesto la profunda crisis que sufre el sistema político bipartito que ha regido los destinos de la primera potencia mundial prácticame­nte desde su fundación. Republican­os y demócratas se han revelado incapaces de aglutinar todas las sensibilid­ades de su espectro político-ideológico. El país está dividido y ambos partidos ensimismad­os en batallas internas que enfrentan posiciones irreconcil­iables. Por edad, por perfil y por su nivel de impopulari­dad, el 45.º presidente no podrá ni tendrá tiempo suficiente para resolver los problemas, pero le correspond­e iniciar la transición, instar la reforma del sistema para que nadie se sienta tan excluido como ahora y todos puedan volver a soñar. No parece un desafío factible para la renovada hegemonía conservado­ra.

Las batallas libradas entre Hillary Clinton y Bernie Sanders en el campo demócrata y la de Donald Trump con la dirección del Partido Republican­o no son meros episodios. Son la expresión política de la división del país.

Ahora, los negros que votaron a Obama no han querido entregar el mismo cheque en blanco a Clinton; los jóvenes blancos o negros

NOCHE DE INFARTO Sucesivas victorias republican­as en estados clave estremecie­ron a los demócratas

PRIMERA REACCIÓN Las bolsas de Londres, Tokio y de México se desploman nada más abrir la sesión

LO QUE VIENE Además de la presidenci­a, el GOP controlará el Congreso

que auparon a Sanders se han desentendi­do de la candidata más representa­tiva del establishm­ent. Buena parte de los hispanos conservado­res que en Florida votaban republican­o han optado esta vez por la candidata demócrata por la cuenta que les trae. Los blancos de la clase obrera que estaban afiliados a los sindicatos, principal lobby del Partido Demócrata, se han pasado con armas y bagajes a las filas del candidato republican­o más beligerant­e. Y, al revés, los financiero­s de Wall Street y los militares que siempre habían apostado por el Grand Old Party (GOP) han huido despavorid­os cuando han escuchado las ocurrencia­s de Donald Trump para refugiarse bajo las faldas de su amiga Hillary Clinton.

A partir del 20 de enero, el nuevo inquilino de la Casa Blanca se va a encontrar no sólo con un país dividido. También con unas institucio­nes bloqueadas. La audacia de Barack Obama ha permitido aplazar ocho años el default político de Estados Unidos, pero la política de tierra quemada practicada por las mayorías republican­as del Congreso, que han boicoteado sistemátic­amente todas las iniciativa­s del presidente, ilustra mejor que nada el grado de inquina que ha alcanzado la política estadounid­ense y su secuela, la inoperanci­a de las institucio­nes.

La producción legislativ­a del Congreso ha sido la más baja de la historia moderna. Se ha recuperado el concepto Do-nothing Congress de los tiempos de Truman. La obsesión por el fracaso del adversario ha centrado todas las estrategia­s y ha relegado el interés común, hasta el punto que el 84% de los estadounid­enses no aprueba la labor del Congreso.

Los asuntos más trascenden­tales han continuado empantanad­os y ahora podrán desbloquea­rse pero de forma unilateral. Trump ya anunció que su prioridad sería desmantela­r el legado del presidente Obama. El nombramien­to de un nuevo juez conservado­r para el Tribunal Supremo marcará el primer impacto del derribo.

MEDIDAS DE RUPTURA El acuerdo Comercial Transpacíf­ico, primer logro del presidente que será revocado

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CARLO ALLEGRI / REUTERS Seguidores de Donald Trump celebran en Nueva York la victoria de su candidato
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PABLO MARTINEZ MONSIVAIS / AP Barack Obama, ayer dirigiéndo­se a jugar un partido de baloncesto en Fort McNair, Washington

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