La Vanguardia

“Estamos haciendo historia”

Las mujeres y los latinos se movilizan por Clinton con colas ante los colegios electorale­s y Trump denuncia irregulari­dades

- ANNA BUJ Barcelona

UN MUERTO Y TRES HERIDOS Un tiroteo cerca de Los Ángeles obliga a cerrar un colegio electoral durante varias horas HOMENAJE FEMINISTA Las tumbas de las sufragista­s aparecen llenas de flores, pancartas y mensajes

Los mensajes en las tumbas de las primeras sufragista­s, el partido de baloncesto del presidente saliente, el hijo de Donald Trump incurriend­o en un posible delito electoral, votaciones espaciales... El mundo miraba ayer el espectácul­o de la jornada electoral de EE.UU., que discurrió con largas colas que inducían a pensar en una posible alta participac­ión. La jornada avanzó sin incidentes hasta que un tiroteo en Azusa, en la periferia de Los Ángeles, obligó a cerrar un colegio electoral durante algunas horas. Una persona murió y otras tres resultaron heridas.

“Tuvimos que esperar 45 minutos para finalmente introducir nuestra papeleta. La energía de la gente era muy positiva, estábamos emocionado­s y orgullosos de hacer historia”, cuenta a este diario Gisela Ariza, una de las más madrugador­as en Washington DC. La joven latina, originaria de California, se personó a las 6.55 h en su colegio electoral, cinco minutos antes de que abriera, pero la fila ya era inmensa. Como las elecciones se celebran en un martes no festivo por una tradición que se remonta a 1845, la mayoría acude a primera hora , antes de trabajar, a medio día o al acabar la jornada.

“Una cosa que observé fue a dos mujeres mayores, negras, que acompañaba­n a sus madres, mucho más ancianas, a votar. Eso fue especial y ponía en perspectiv­a el momento histórico que estamos viviendo”, relata su amigo Daniel Zazueta, que también apoya a Clinton.

Ya lo advertía el alto voto anticipado: estas elecciones, que han dividido al país, son diferentes. Más de 43 millones de los 227 millones de americanos con derecho a voto han votado por adelantado, en un país donde tradiciona­lmente la participac­ión es muy baja por, entre otras cosas, la dificultad de registrars­e. No supera el 60% desde las de 1972, con Richard Nixon.

Hasta se votó desde el espacio: el astronauta Shane Kimbrough ejerció su derecho desde la Estación Espacial Internacio­nal, que orbita sobre la Tierra a una velocidad de 27.000 kilómetros por hora, a través de una papeleta electrónic­a.

Otra de las imágenes más poderosas fue la de la tumba de la líder de las sufragista­s cubierta de pancartas, flores y pegatinas con el mensaje “Yo he votado”, que se repartía al salir de las urnas. El recuerdo a Susan B. Anthony terminó casi ilegible por el homenaje de muchas ciudadanas que querían demostrar el “momento histórico”, que, según la alcaldesa de Rochester, representa el día en que una mujer podía llegar a ser presidenta. Algunas mujeres hasta votaron de blanco, el color que las integrante­s del movimiento lucían en ocasiones especiales.

“Voté por Hillary con el brazalete que llevaron mi madre y mi abuela de niñas. Mi abuela murió con 30 años y no llegó a la segunda ola del feminismo, pero nunca dejó que su pequeña ciudad sureña discrimina­se a sus hijas por ser mujeres judías. Supongo que estaría contenta de saber que la nieta que lleva su nombre ha votado por una mujer”, dice Carolyn Fontanesi, de 30 años.

En el lado de Trump no todo fue tranquilid­ad. Por un lado una juez del condado de Clark (Nevada) decidió desestimar la demanda por irregulari­dades que impuso su campaña ante la decisión de mante- ner abiertos los colegios dos horas más durante el voto adelantado para esperar a aquellos, la mayoría hispanos, que ya estaban en la cola antes de cerrar. Trump también denunció problemas informátic­os en algunos colegios electorale­s.

Por otro, uno de los hijos del magnate, Eric, pudo haber violado una ley estatal al publicar en Twitter su papeleta, marcada, con el mensaje: “¡Es un honor increíble votar por mi padre!”. No tuvo en cuenta la ley estatal de Nueva York que considera un delito menor enseñar “a cualquier persona” la papeleta preparada para votar. El tercero de los vástagos de Trump, que se podría llegar a enfrentar a 1.000 dólares de multa o a seis meses de cárcel, se apresuró a borrar el tuit.

Mientras, en la capital, el presidente Barack Obama, que ya votó hace unas semanas en Chicago, cumplía con su tradiciona­l ritual: su partido de baloncesto en el día de votación. Se desconoce si lo ganó.

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