El ADN del crimen de las 40 puñaladas
La ciencia libera a un hombre que ha pasado nueve meses preso por el asesinato de su esposa
La ciencia ha prevalecido sobre las contradicciones. El protagonista de esta historia aún no ha sido declarado inocente, pero sí es hoy menos culpable que hace nueve meses cuando le encerraron en la prisión de Ocaña. Javier Carrión, sexagenario de Quintar de la Orden (Toledo), fue encarcelado el pasado mes de enero horas después de que su esposa fuera asesinada de cuarenta puñaladas. El crimen dejó conmocionado a esta población de doce mil quinientos habitantes. La víctima, Isabel Laureana, había sido concejal por el PP entre 1999 y 2003. Una pareja acomodada, con más de 30 años de convivencia, muy conocida y apreciada en esa localidad. Pero cuando el crimen de Isabelina –así llamaba Javier a su mujer– fue etiquetado como otro episodio de violencia machista, todo se puso en contra del marido.
La Guardia Civil le interrogó y el hombre, que fue quien encontró el cadáver de la mujer, incurrió en diversas contradicciones sobre sus movimientos a la hora en la que se sospecha que se ejecutó el brutal asesinato. Cometidos esos errores, que su abogado achaca al lógico nerviosismo de un hombre que acaba de hallar asesinada a su esposa en casa, de nada le sirvió a este vecino de Quintar de la Orden proclamarse una y otra vez inocente.
El juez encargado del caso envió a la cárcel a Carrión sin hacer caso tampoco de la versión de su familia, ni la de los propios parientes de Isabelina, que nunca han acabado de creerse que el hombre fuera el asesino.
Los indicios y, sobre todo, las contradicciones le señalaban como el asesino. Sólo la ciencia –algo impensable en un caso de estas características hace un par de décadas– podía salvarle. La Guardia Civil había recuperado los puñales usados para asestar las 40 puñaladas a la mujer. Se ordenó un prueba de ADN con la esperanza, la de los investigadores, fiscal y juez, de que esa sería la prueba definitiva. Javier Carrión, su abogado y su familia estaban convencidos, por su parte, desde el principio de que esa prueba iba a decir todo lo contrario. Lo que no calcularon en enero es que los resultados de ese análisis de ADN podían demorarse más de nueve meses. Pero los laboratorios de toxicología de la administración están colapsados y Carrión ha hecho cola (sin que al parecer a nadie le importara que estaba en la cárcel) como todo el mundo que espera uno de estos resultados.
Hace unos días llegó a la Audiencia de Toledo el esperado informe. El ADN de esos puñales no se corresponde con el de Javier Carrión, que jamás había pisado antes una prisión.
Así que al tribunal que lo mantenía preso desde enero no le quedó otra salida que la de dictar su inmediata libertad. Aunque con una fianza de 20.000 euros porque para los investigadores aún no está todo tan claro, en contra de lo que afirma el propio Carrión, su familia, los propios parientes de la víctima y su entorno.
Javier ha vuelto a pisar la calle. Se ha refugiado en casa de su madre y ahora todo su empeño pasa por desenmascarar al, según él, verdadero asesino. Ayer mismo su abogado compareció públicamente para denunciar que lo que se ha hecho con este hombre, dueño de una gestoría en Quinta, ha sido un “linchamiento público”. La justicia aún no ha escrito, sin embargo, el último capítulo de esta historia.
El caso fue etiquetado de violencia machista, pese a que familia y parientes de la víctima defendían al acusado