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El nacionalismo vasco cree que las dos comunidades tienen intereses compartidos
Acción de encajar algo en otra cosa. Sitio o hueco en que se mete o encaja algo. Ajuste de dos piezas que cierran o se adaptan entre sí.
El Partido Nacionalista Vasco se sumará a la reforma de la Constitución si busca el encaje de Catalunya y Euskadi a través del reconocimiento nacional de las dos comunidades. Si no es así, con ellos que no cuenten, avisó ayer desde Bilbao el portavoz en el Congreso, Aitor Esteban. Los nacionalistas no entenderían que el objetivo final de los principales partidos estatales fuera “tocar algunos temas colaterales” y esquivaran el debate territorial.
Aunque estos días se ha escenificado el inicio del deshielo de las relaciones entre los gobiernos de Iñigo Urkullu y Mariano Rajoy, como ya es habitual los representantes del PNV tampoco han asistido este año a la celebración oficial en Madrid. No sienten como propio el texto de 1978, entre otros motivos porque fueron excluidos de la ponencia que lo redactó. Entonces la formación pidió la abstención en el referéndum y en Euskadi la Constitución recibió el voto favorable de poco más del 30% del censo. Ahora, 38 años después, las cosas han cambiado y los nacionalistas –que pueden jugar un papel central en una legislatura sin mayoría absoluta– ven con buenos ojos su puesta al día pero sin esconder una cierta dosis de escepticismo.
Esteban cree que algunos partidos que reclaman abrir el melón con insistencia, como el PSOE y Ciudadanos, tienen una propuesta borrosa sobre el fondo de la cuestión. Por eso, afirma que antes de iniciar los trabajos parlamentarios deberá haber mucha “cocina previa” para acordar la estación final. La suya es que el Estado asuma el carácter nacional del pueblo vasco – “el más antiguo de Europa”– y del catalán. A pesar de las diferencias evidentes que mantienen con la vía soberanista catalana, en este debate los vascos creen que las dos comunidades autónomas tienen intereses compartidos. El pragmatismo en las formas, dijo el portavoz parlamentario, no está reñido con la “firmeza en los principios”.
El proceso para elaborar un nuevo Estatuto vasco durante este mandato deberá estar muy pendiente de los movimientos de fondo en Madrid. El pacto de gobierno entre el PNV y los socialistas, que permitió la investidura de Urkullu, apuesta por una reforma constitucional que reconozca sus “singularidades”. El lehendakari, contrario a emprender caminos unilaterales, espera conseguir un modelo de relación bilateral con el Estado que permita ejercer el derecho a decidir de forma legal y acordada. El PNV no renuncia a que eso sea posible a través de un cambio en la Carta Magna, pero no olvida que hay otras posibilidades, como una “interpretación amplia” de la disposición adicional primera, que ampara los derechos de los territorios forales.
En el planteamiento de fondo, Urkullu puede encontrar complicidades en Podemos, que defiende un cambio que permita ejercer el derecho a decidir y que blinde “derechos de ciudadanía y derechos sociales”. El lunes, en una entrevista en Radio Euskadi, la secretaria general de Podemos en el País Vasco y diputada en el Congreso, Nagua Alba, se definió como “abertzale”, rompiendo la indefinición de que la acusaban hasta entonces sus rivales. EH Bildu aseguró que ayer no tenían “nada que celebrar” y en consecuencia trabajaron en las sedes como un día cualquiera y dieron la opción a hacerlo en unos cuarenta municipios gobernados por la coalición independentista.
A la espera de si se mueve o no la actualización del texto constitucional, la reunión entre el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el consejero Pedro Azpiazu ha permitido allanar el camino para una entente entre el PP y el PNV. Aitor Esteban quiso frenar el optimismo –a él le tocará liderar la negociación en los presupuestos– y aseguró que de momento sólo hay buenas palabras tras “una auténtica edad de hielo”.
Los nacionalistas ven necesaria mucha “cocina previa” para acordar la estación final antes de empezar