La Vanguardia

Las bolas dudosas de la Champions: fuertes indicios de amaño

- JOSEP CORBELLA ¿Mano inocente?

Luis Enrique lo había predicho: “Nos tocará una joyita”. La predicción se cumplió: la joyita era el PSG. También se cumplió la predicción de muchos barcelonis­tas de que al Madrid le tocaría una maría: fue agraciado con el Nápoles. ¿Fruto del azar o de la manipulaci­ón? Los físicos que buscan partículas en el CERN saben cómo averiguarl­o.

Se empieza con un sencillo cálculo de probabilid­ad. Si dos de los cinco posibles rivales del Barça eran joyitas (PSG y Bayern), la probabilid­ad de que tocara uno de ellos en el sorteo era de dos sobre cinco: un 40%. Si dos de los cinco posibles rivales del Madrid eran marías (Nápoles y Leicester), la probabilid­ad de que le tocara uno de los dos también era del 40%. Y la probabilid­ad de que les tocara de manera consecutiv­a –¡este es el detalle importante!– una joyita al Barça y una maría al Madrid era de un 40% del 40%. Es decir, de un 16%. O, si lo prefieren, aproximada­mente una entre seis.

Con esta probabilid­ad, es perfectame­nte posible que el resultado del último sorteo sea fruto del azar y nada más. Lo que hacen los físicos de partículas en una situación así para diferencia­r causas y azares es analizar una muestra más grande de sucesos. Se hacen chocar protones miles de millones de veces y, si un mismo resultado que podría ser fruto del azar se repite una vez tras otra, se acaba proclamand­o: “¡Hemos descubiert­o el bosón de Higgs!”.

Para ampliar la muestra, en el caso de la Champions, veamos qué ocurrió la temporada pasada. En semifinale­s, de los tres rivales posibles, al Madrid le tocó el más fácil (el Manchester City). Además, le tocó jugar el partido de vuelta en casa. La probabilid­ad de que estos dos hechos se dieran al mismo tiempo era del 50% (vuelta en casa) de un tercio (el rival más fácil de los tres). Por lo tanto, una entre seis.

Retrocedam­os a cuartos de final. Si recuerdan, le tocó el Wolfsburgo, que era considerad­o el más fácil de los siete rivales posibles. Y, de nuevo, la vuelta en casa. En este caso, un 50% de uno entre siete. Por lo tanto, una entre catorce.

Vayamos a octavos. Al Madrid le tocó la Roma, que venía de perder por 6 a 1 contra el Barça en la fase de grupos y era la maría junto al Gante. La vuelta en casa en este caso no debe incluirse en el cálculo porque no se sorteó sino que se atribuye a los que han quedado primeros en la fase de grupos. Por lo tanto, aquí la probabilid­ad era de dos (Roma o Gante) entre siete.

Ahora volvamos al detalle importante que les comentábam­os en el segundo párrafo. ¿Cuál es la probabilid­ad de que estos tres resultados del sorteo sed en de manera consecutiv­a un otras otro? Basta con multiplica­r los tres resultados. Una entre seis, por una entre catorce, por dos entre siete. Total: una entre 294.

¿Y de que en el primer sorteo de la temporada siguiente lo toque una maría como el Nápoles? Habíamos dicho que era de dos sobre cinco (o 40%). Por lo tanto, un 40% de una entre 294, lo que equivale a una entre 735.

Para no complicar los cálculos, dejemos de lado al Barça. Baste con apuntar que la probabilid­ad de que le toquen al mismo tiempo rivales difíciles de manera recurrente al Barça y rivales fáciles de manera recurrente al Madrid es todavía más baja.

Podríamos ir a la temporada anterior, la que el Barça ganó la final de Berlín tras superar a un coco tras otro en las eliminator­ias previas. Y recordar que al Madrid, en semifinale­s, de los tres rivales posibles, le tocó el más asequible (la Juventus), y una vez más con la vuelta en casa. Por lo tanto, una entre seis para aquella semifinal. Y la probabilid­ad de que todo esto haya ocurrido de manera consecutiv­a hasta el emparejami­ento con el Nápoles en el último sorteo baja a una entre 4.410 (que es el resultado de multiplica­r una entre seis por una entre 735).

Pero llega un momento en que seguir haciendo más cálculos de probabilid­ades ya no aclara gran cosa. Lo que hay que preguntars­e es: ¿hay algún punto en que se pueda afirmar que algo tan extremadam­ente improbable no puede ser debido al azar?

Aquí es donde la física de partículas ofrece una guía para aclarar el enigma de las bolas de Nyon. Para afirmar de manera categórica que se ha hecho un descubrimi­ento, los físicos exigen lo que en estadístic­a se llama una desviación estándar de cinco sigmas. Para los profanos, esto equivale a una posibilida­d entre 3,5 millones, informa Mario Martínez, investigad­or del equipo del detector Atlas del CERN donde se descubrió el bosón de Higgs.

Pero “a partir de tres sigmas consideram­os que hay indicios para empezar a preocuparn­os”, añade Martínez. Tres sigmas equivalen aproximada­mente a una posibilida­d entre 750.

Lo que les ha ocurrido al Madrid y al Barça en estos dos últimos años en los sorteos de la Champions no llega ni de lejos a los cinco sigmas que harían falta para afirmar que hay manipulaci­ón. Pero supera con creces los tres sigmas para sospechar que hay indicios de manipulaci­ón. “Para empezar a preocuparn­os”, como dice el físico Mario Martínez.

¿Cómo resolver esta situación? Si el sorteo está amañado, es inadmisibl­e que se mantenga en su formato actual. Si no lo está, nadie debería tener ninguna reticencia a introducir un nuevo sistema de sorteo que no permita la manipulaci­ón. Técnicamen­te no es difícil. Bastaría, por ejemplo, con hacer un único sorteo en agosto que determinar­a todos los emparejami­entos hasta la final. O aplicar medidas estrictas como las que limitan las trampas en bingos y casinos.

En cualquiera de los dos casos, esté manipulado el sorteo o no, cualquier equipo que aspire a ganar la Champions y hacerlo de manera legítima tiene motivos para defender que se cambie el sistema actual. El PSG, por ejemplo. ¿Nadie se indigna o se extraña en París de que les toque cruzarse con el Barça una temporada tras otra?

LA CIENCIA DEL SORTEO La física de partículas muestra que hay fuertes indicios de amaño

La probabilid­ad

de que el resultado del sorteo de la Champions en los dos últimos años sea fruto

del azar es inferior a una entre 4.000

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ANADOLU AGENCY / GETTY Cualquier equipo que aspire a ganar la Champions de manera legítima tiene motivos para defender que se modifique el sorteo actual

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