Vulgaridad en la elitista Princeton
Una cuestión de mala educación. Más bien pésima a pesar de formar parte de lo más de lo más en la intelectualidad.
En esta época de trumpismo desatado, en el que el insulto y el desprecio por el otro son moneda común, ya no es garantía de nada que la Universidad de Princeton (Nueva Jersey) sea uno de los grandes faros de la ciencia y la sabiduría estadounidense y mundial, con una larga serie de premios Nobel en su listado histórico o, en el presente, dando clases en las aulas o impartiendo docencia en los laboratorios.
Si este centro marca la pauta en la investigación y en el cultivo de las ideas, esto no significa el destierro de la más absoluta grosería. Cómo entender si no la decisión adoptada por la dirección de suspender la temporada de los equipos masculinos de natación y submarinismo. Esta dirección se tomó después de que los administradores descubrieran en los correos electrónicos de sus integrantes que estos difundían “comentarios vulgares y ofensivos, así como misóginos y racistas”. El comunicado difundido hace unos días, y que ayer continuaba como tema central en la página de noticias de la universidad, no entra en cuestiones específicas, ni los dirigentes concretaron el contenido o quién lo creó. Pero sí se ha confirmado que estos mensajes insultantes y carentes de respeto hacían referencia a las compañeras de ambos equipos.
La suspensión se produjo una vez que se tuvo constancia y se indagó una queja anónima. En este aviso se alertó a los responsables de Princeton por la existencia de cuantioso material difamatorio. Incluso se había incorporado a la lista de e-mails esponsorizada oficialmente por el centro y a otra correspondencia electrónica. Todavía no han decidido si la suspensión dará paso a una cancelación total del calendario previsto.
“Dejamos claro a todos nuestros estudiantes-atletas que ellos representan a la Universidad de Princeton en todo momento, dentro y fuera del terreno de práctica, durante y fuera de la temporada, y esperamos siempre una conducta apropiada y respetuosa de los mismos”, señaló Mollie Marcoux Samaan , directora de disciplinas deportivas en ese comunicado.
“El comportamiento del que hemos tenido conocimiento es simplemente inaceptable –añadió–, es antiético frente a los valores de nuestros programas atléticos y es algo que la universidad no tolerará”.
Mal de muchos, consuelo de tontos, que se dice. Princeton es una de las ocho instituciones que se hallan bajo el paraguas de la Ivy League. Representan la guinda del pastel universitario de EE.UU. El término Ivy League tiene connotaciones de excelencia y elitismo social. Pues bien, otras dos que gozan de esa distinción se han visto en problemas similares desde principios de noviembre (no se olvide, Donald Trump ganó el 8-N), tiempo caracterizado por la escenificación racial y el ego desbordado. Harvard, en Massachusetts, canceló para toda la temporada el equipo de soccer masculino al descubrirse que clasificaban a las practicantes de este deporte en el centro por categorías sexualmente explícitas y degradantes. En la Columbia neoyorquina se suspendió a los del equipo de lucha al tener constancia de que enviaban mensajes de texto con sus teléfonos plagados de racismo y de expresiones homófobas.
Para Princeton supone cerrar un bienio negro. El campus estuvo agitado durante el 2015 y hasta esa pasada primavera por la reivindicación de los estudiantes afroamericanos de que se retiraran los honores a Woodrow Wilson. El expresidente de la universidad y del país (1913-1921) se convirtió en la diana del nuevo movimiento en lucha por los derechos de los negros –Black Lives Matter– debido a su pasado de propietario de esclavos, su elogio a la segregación y su admiración por el Ku Klux Klan.
Ganó Wilson, como una premonición de lo que viene. De Obama a Trump, los tiempos están cambiando de color y más.
La universidad suspende el equipo de natación por sus correos “misóginos y racistas” Desde que ganó Trump, tres centros de élite han tenido que actuar contra sus deportistas