La Vanguardia

“Si cantas lo que amas, la audiencia lo sentirá”

Sondra Radvanovsk­y, soprano, actúa hoy en el Liceu

- JUSTO BARRANCO

Sondra Radvanovsk­y (Chicago, 1969) es una de las sopranos más solicitada­s del momento. Su espectacul­ar voz abrirá con Norma la nueva temporada de la Metropolit­an Opera de Nueva York, donde protagoniz­ó el curso pasado un reto difícilmen­te repetible, interpreta­ndo en el mismo año las tres reinas de Donizetti: Anna Bolena, Maria Stuarda y la Elisabetta de Roberto

Devereux. La diva, una de las grandes cantantes verdianas –debutó en el Liceu con Aida en el 2012–, actúa hoy de nuevo en el coliseo de la Rambla, donde ofrece un recital acompañada del pianista Anthony Manoli. En el programa, Maria

Stuarda, Le Cid de Massenet, Andrea Chenier de Giordano y canciones de Bellini, Rajmáninov y el ciclo

Old American Songs de Copland. Y, por supuesto, la Rusalka de Dvorak. “Como artista me encanta cantar

Tosca ,y Norma me emociona, pero una de mis favoritas es Rusalka .Es música triste, música que me habla”, señala Radvanovsk­y, que siempre canta cuando habla con su voz luminosa y efusiva, y que –antes de ganar Trump– se ha hecho ciudadana canadiense.

En el programa que va a cantar hay casi de todo, pero no hay Verdi. ¿Cómo lo ha elegido?

Cuando canto recitales me gusta cantar música que signifique algo para mí y que tenga una conexión muy cercana conmigo y le dé a la audiencia una pequeña pista de quién soy como persona, no sólo como cantante. Así que no hay Verdi porque todo el mundo sabe que lo canto. He intentado hacer una buena mezcla no sólo de canciones sino también de arias, porque es como soy, no soy sólo recitalist­a o cantante de ópera, sino ambos.

Era inevitable que cantara un aria de Rusalka, claro.

Mi ascendenci­a es checa, me recuerda mucho de mi padre, que fue tan gran parte de mi vida y al que perdí pronto. Siempre canto Rusalka en honor a mi padre. Y es música

REPERTORIO PERSONAL “En un recital me gusta cantar música que signifique algo para mí, que dé pistas de mí”

muy bella. La Canción a la luna es una de las arias más bellas.

Abre con una cavatina de Maria Stuarda. ¿Cómo vivió en Nueva York el desafío de interpreta­r las tres reinas?

Este verano pude tomarme un tiempo de vacaciones y reflexiona­r, porque cuando estaba en medio no quería pensar demasiado. Sólo pensaba, ‘ok, hoy he de cantar Maria

Stuarda, la próxima semana comienzo los ensayos de Roberto Devereux’. Era hoy, hoy, hoy... Hoy es sábado y haré esto, mañana domingo y lo otro. Mirando atrás pienso que estoy levemente loca por haberlo hecho, pero fue muy satisfacto­rio y gratifican­te como cantante y artista tener la oportunida­d de llevarlo a cabo, no sólo vocalmente sino dramática e históricam­ente. Ser una de las primeras personas que lo ha conseguido fue un gran honor y además me divertí. Pero necesité unas largas vacaciones después. Estaba realmente cansada.

Y Rajmáninov, Bellini, Massenet, Copland, ¿por qué los ha elegido, qué dicen de usted?

Massenet es para mí un reconocimi­ento. Acabo de convertirm­e en ciudadana canadiense además de estadounid­ense y tengo ahí también toda esa rica cultura francesa, esa rica música francesa. Es otra faceta de cómo es Sondra como persona. Bellini, porque tras las tres reinas quería compartir lo que he hecho. Rajmáninov es también parte de mi herencia checa y rusa, y me encanta cantarlo, es tan conmovedor y tan lleno de emoción... Tiene que ver con mi abuela y de dónde viene. En cuanto a Copland, no me importa escuchar música más contemporá­nea pero no me gusta cantarla. Mireia Freni me dijo una vez, y también me lo dijo Renata Scotto, que si cantas lo que amas la audiencia lo sentirá, y amo a Copland. Si fuera a cantar algo más moderno, quizá notarían que no me gusta cantarlo en la misma medida. Me gusta pero no toca mi alma y Copland lo hace, sus canciones tienen las raíces en música de iglesia y ahí es donde tuve mi comienzo como cantante, en una iglesia. Son las únicas piezas musicales que mi padre pudo oírme cantar en un concurso. Tienen un significad­o fuerte para mí.

Ahora que ha obtenido la ciudadanía canadiense y tiene un primer ministro como Justin Trudeau, ¿qué piensa de la victoria de Donald Trump?

Soy estadounid­ense también, no puedo negarlo. Pienso que va a ser un tiempo muy interesant­e en EE.UU. en los próximos cuatro años. Eso seguro. Y espero y rezo porque Trump como presidente no sea el mismo que el que vimos durante todo el proceso electoral. Espero que mejore como líder y una Estados Unidos, que se llaman así, y

NUEVO LÍDER “Rezo porque Trump como presidente no sea igual que el que vimos en el proceso electoral”

no Estados Desunidos. ¿Me entiende? Espero que apiñe a los estadounid­enses y también a la gente de todo el mundo, porque el mundo parece estar algo agitado, ¿no?

Lo parece.

Espero que saque al país del lío en el que está ahora. Crucemos los dedos. La sociedad está dividida y el país endeudado, billones de dólares, ¡eso es mucho dinero! Pero en España también estaban en un buen lío y parece que salen ahora de manera positiva. Mi trabajo desde la música es ayudar a curar el mundo, así que espero ayudar un poco. Por suerte, en Canadá parece

que nos va bien. Estoy contenta.

Ha dicho que le atrae la música triste, ¿el recital de hoy lo será?

Un poco, pero creo que pueden ser catárticas. Toda mi vida el escenario ha sido una manera de liberar mucha emoción, y espero que eso se transmita a la audiencia. Cantándola­s quizá saco todas esas emociones. También hay canciones felices, como la de Maria Stuarda. Pero es mi alma, toda mi vida me han gustado las canciones tristes, melancólic­as, aunque soy feliz, así que quizá ha sido mi manera de soltar la tristeza. Quizá la audiencia puede unirse. Prometo acabar con una nota feliz, porque estamos en Navidad.

Cuando cantó Aida en el Liceu recordó que tenía 43 años y que estaba en la cima de su carrera. ¿Dónde se siente ahora? Creo que me equivoqué porque estoy aún en mejor forma ahora con 47 que entonces. Siento que las tres reinas me hicieron una mejor cantante, volviendo a mis raíces y cantando belcanto. Además, también estoy interpreta­ndo Norma. El belcanto es medicina para la voz, te fuerza a ser mejor cantante, intentar más cosas. Hice Aida este verano y la canté mejor gracias a él. Espero seguir en esta trayectori­a. Sé que cuando te acercas a los 50, especialme­nte las mujeres, la voz empieza a cambiar pero realmente siento, y estoy tocando madera, que la mía está haciéndose cada vez mejor. Creo que se trata de poner todo el trabajo y el esfuerzo en la voz. No quedarme en los laureles y alabanzas que recibo, sino seguir tratando de aprender más, mejorar, no sólo vocalmente, también físicament­e. ¿Dónde quiere evoluciona­r con su voz? Hace un tiempo dijo que en el 2020 quería estar cantando Lohengrin o Tannhäuser. Es divertido. Como le decía cuando la mujer se hace mayor la voz cambia, no hay secreto, son las hormonas. Se hace baja para una soprano, pero la mía es cada vez más y más alta.Lo sé, soy un ave extraña, nunca he hecho nada de la manera habitual. Lohengrin tendrá que esperar unos años. Probableme­nte será Turandot en lugar de eso. Ahora tendré mi primer Andrea Chenier e intento cantar belcanto, que me gusta mucho. Mientras mi voz lo permita, ¿por qué no? Es divertido.

Insiste mucho en darse tiempo para prepararse los papeles, algo que no sucede hoy en el mundo de la ópera. Es como soy como artista. Una vez salgo al escenario quiero sentirme cien por cien segura de lo que hago, cómo canto lo que canto y que lo sé de todas las maneras. No sólo la música, el personaje y el lenguaje. Me parece muy importante, porque el público paga mucho dinero por escucharno­s cantar. Y hoy es aún más importante cuando los salarios bajan y la gente tiene menos para gastar en cultura. Quiero que cuando vengan estén entusiasma­dos, disfruten, no se sientan incómodos sobre si quién está en escena será capaz o no de cantarlo o no se sabe bien la música. Quizá soy perfeccion­ista, pero me parece muy importante trabajar en la voz. Antes de su llamada he tenido otra para una ópera y me he visto obligada a decir que lo sentía, pero no tenía suficiente tiempo para prepararla bien.

En ese sentido, ¿cómo ve el mundo de la ópera hoy?

Está cambiando.Vemos a los jóvenes cantantes de hoy ser lanzados al mundo de la ópera y no estoy segura de que estén completame­nte preparados. Pero no tienen elección. Quieren tener una carrera y deseos de ganar dinero y cada vez hay menos teatros de ópera. Si les ofrecen algo saltan y dicen ‘sí, lo haré’. Aunque no están preparados. No tienen el lujo de tiempo que yo tuve. Mi generación fue la última que disfrutó del lujo de tomarse el tiempo de aprender realmente la voz y el arte de cantar y el trabajo escénico, actuar. Ahora todo es muy rápido, instantáne­o. Instantáne­amente queremos una nueva apariencia, una nueva vida, una nueva carrera. Los cantantes tienen que tener instantáne­amente una carrera. Por otra parte, por suerte, la gente está volviendo a los teatros de ópera tras unos años en los que no sabía qué iba a pasar.

EL MUNDO LÍRICO ACTUAL “Los jóvenes cantantes son lanzados a la ópera y no estoy segura de que estén preparados”

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En el Liceu. La soprano Sondra Radvanovsk­y debutó en el Liceu con Aida en el 2012; en la imagen, un momento de su actuación en Tosca en el coliseo de la Rambla en el 2014
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JORDI ROVIRALTA / ARCHIVO

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