Catalunya sólo se lleva un pellizco del botín de Madrid
El sorteo de Navidad vuelve a ser esquivo con los catalanes, que ‘invirtieron’ 393,4 millones
El gordo acaba en 13. Lo cantaron Nicol Valenzuela y Lorena Stefan: también los nombres de las alumnas y alumnos del colegio de san Ildefonso revelan la evolución sociológica de España. Son las mismas niñas que cantaron el primer premio del 2015. En aquella ocasión lo hicieron a las 12.13 horas. Ayer, al mediodía, cuando faltaban 13 minutos para las 12.13 horas. La conjura del 13.
El primer premio se ha vendido íntegramente en un despacho de loterías de Madrid, salvo 40 millones de euros que se fueron al barrio del Raval de Barcelona y otros 20 a la localidad vizcaína de Abadiño por una curiosa historia de amistad y superstición. Montserrat Malagelada, titular de la administración de lotería del número 65 de la calle del Carme, junto a su hermana Miriam, es amiga “de toda la vida” de Agustín Ramos, el lotero del paseo de la Esperanza de Madrid que distribuyó todas las series del gordo, el 66513. Cada año le compraba décimos acabados en 13, que ella no tenía y redistribuía luego por deferencia a los clientes asiduos (la administración abrió hace 75 años) que buscaban esta terminación. Ni siquiera los tenía a la vista, sino en un cajón. “Normalmente siempre me enviaba otro número, pero Agustín ha cambiado este año de administración y esta vez me hizo llegar diez series de este, premiadas con 40 millones de euros”. Aunque los loteros de Abadiño sólo repartieron 20 millones, estaban tan o más felices que las colegas de Barcelona: como ellos no compraron los décimos de forma particular, sino que los intercambiaron, sí pudieron colocar el cartel de “vendido aquí”. En el Raval, no pudieron hacerlo porque fue un acuerdo entre administraciones y a Loterías no le consta que el número se distribuyera aquí. “Da igual. Ver la felicidad de mis vecinos me compensa”, insistía Montserrat Malagelada, mientras regaba a los fotógrafos con cava. No se había quedado con décimos, aunque ayer ya comenzó a recibir regalos. El primero, bombones. El dinero se ha repartido entre los vecinos del barrio, “personas supersticiosas, de todas las edades y clases”. Entre los agraciados está una jubilada, Maria Rosa, que compró un décimo a medias con su hija. “Mi nieto me llamó para avisarme de que el gordo acababa en 13 porque sabe que es mi número de la suerte”. Otros vecinos acudieron al local, aunque pocos reconocían tener el 13.
“A mí no me ha tocado el gordo, pero a mi esposa le toca cada noche”, explicaba un señor con sobrepeso y una sospechosa sonrisa de oreja a oreja. Las hermanas Malagelada también sonreían y aseguraban que seguirán “comprando esta terminación, ahora con más motivo que nunca”. Pero incluso con esta inesperada carambola del Raval, Catalunya ha obtenido un pírrico botín y de nuevo es la capital de la OMS.
“Lo importante es la salud”, se repetía en las calles y hasta en la web de las loterías y apuestas del Estado. El tercer premio se distribuyó en el municipio navarro de San Adrián. El segundo, uno de los más repartidos de la historia, fue a parar a más de 200 localidades, incluidas una veintena de Catalunya, que apenas repartieron unos 5,6 millones. Migajas. En total, Catalunya ha recuperado sólo unos 53 millones de los 393,4 millones que invirtió.
LA CARAMBOLA La lotera compró por su cuenta los números por deferencia a los clientes supersticiosos LA CONSOLACIÓN Los décimos del gordo que llegaron de rebote y parte del tercer premio, pírrico botín