La Vanguardia

Obama hasta el final

El presidente decreta el mayor indulto, salvaguard­a el Ártico y casi vacía Guantánamo

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Temiendo segurament­e lo que pueda hacer su sucesor, el presidente Obama ha roto la costumbre de sus antecesore­s, dedicando sus últimos días en la Casa Blanca a cerrar varios temas candentes.

Cuando al presidente de Estados Unidos, a este o a cualquier otro, le falta menos de un mes para abandonar el cargo se le considera un

pato cojo, pero Barack Obama es un hombre obstinado y está decidido a aprovechar hasta el último minuto de su presidenci­a para seguir aplicando su programa político contra viento y marea y a ser posible con medidas que, por más que se empeñe su sucesor, no tengan vuelta atrás. Aunque se supone que está de vacaciones en Hawái, antes ha dejado algunos deberes hechos.

Ha indultado a 78 reclusos y ha rebajado la pena a otros 153, siguiendo su política de rectificar procesos que terminaron en sentencias excesivas cuando a finales de los noventa la administra­ción Clinton, de acuerdo con los republican­os, aplicó una política de mano dura contra la delincuenc­ia que se ensañó sobre todo con la comunidad afroameric­ana. Obama también pasará a la historia como el presidente más indulgente. De momento ha indultado a 148 condenados y ha rebajado la pena de 1.176 reclusos. A 395 les ha conmutado la pena de muerte. Ninguno de sus antecesore­s tuvo tanta misericord­ia.

El miércoles Obama decretó la prohibició­n a perpetuida­d de las perforacio­nes petrolífer­as en amplias zonas del Ártico y del Atlántico de manera que la Administra­ción Trump no podrá revocar la orden en muchos años. Y ayer trascendió que pretende transferir 17 o 18 detenidos de la ominosa prisión de Guantánamo. No va a poder cerrar la cárcel como prometió porque los republican­os se lo han impedido, pero no se le puede negar que ha hecho todo lo posible para vaciarla.

Después del 11-S, el antecesor de Obama, George W. Bush, llenó el centro de detención de Guantánamo, instalado en la base militar que Estados Unidos ocupa en territorio cubano, con 780 sospechoso­s de estar vinculados con el terrorismo yihadista. Antes de terminar su mandato, Bush tuvo que liberar a la mayoría. Obama heredó 242 detenidos. Ahora mismo quedan 59, y si Obama consigue arreglar a tiempo el papeleo de los 18 que pretende transferir quedarán 41. De estos, 27 se consideran demasiado peligrosos para ser excarcelad­os, pero no hay manera de que les procesen y les sometan a un juicio justo en Estados Unidos.

La administra­ción Bush autorizó al Pentágono a encarcelar indefinida­mente a ciudadanos extranjero­s en Guantánamo sin acusarles de nada en concreto. El propio Bush acabó admitiendo que la cárcel debería cerrarse, pero después las mayorías republican­as en el Congreso se han opuesto, segurament­e porque lo proponía el pre- sidente negro, y Donald Trump ya dijo durante la campaña que piensa mantenerla abierta la cárcel de Guantánamo y que además aumentará la población reclusa del centro, según dijo,“con más tipos malos” a los que considera que debería torturarse si fuera necesario “con el waterboard­ing y cosas peores”. El waterboard­ing consiste en ahogar al detenido hasta que declara lo que quiere que declare su torturador o se ahoga definitiva­mente. Después de que un informe del Senado confirmara las horribles torturas que había practicado la CIA, los tipos que aparecían en el informe con nombres y apellidos han quedado impunes, pero la Administra­ción Obama prohibió que se repitieran esas prácticas. Trump debería autorizarl­as de nuevo, pero hasta Hollywood ha producido innumerabl­es películas en las que la CIA hace y deshace sin atenderse a ninguna legalidad ni a la dignidad humana.

Se sabe que la CIA tiene cárceles secretas en diversos puntos del planeta. La de Guantánamo es igualmente una cárcel alegal, pero mundialmen­te conocida. El Departamen­to de Defensa organiza constantem­ente visitas de periodista­s de todo el mundo para que vean lo que están dispuestos a enseñar. Al final estas visitas tienen un carácter más turístico que informativ­o, tal como han comprobado este y un millar de correspons­ales. El campo 7, donde están los detenidos más peligrosos, es una cárcel secreta, dentro del centro detención. No se enseña ni por dentro ni por fuera, ni se informa siquiera de su ubicación dentro de la base.

La liberación o transferen­cia de cada uno de los presos comporta un trámite policial-militar que dura años y una vez que se determina que un detenido puede ser transferid­o y así lo considera el Pentágono, antes de trasladar al preso, lo debe notificar al Congreso con un mes de antelación. Según informan diversos medios estadounid­enses que citan fuentes gubernamen­tales, Obama pretendía liberar a los 22 que llevan la etiqueta de transferib­les, pero el plazo para comunicarl­o para que la transferen­cia tuviera lugar antes del 20 de enero, cuando Obama pasará el testigo a Donald Trump, terminaba el lunes pasado.

Los detenidos deben ser transferid­os a terceros países que se hayan mostrado dispuestos a acogerlos y no existe una predisposi­ción muy generaliza­da, porque asumir la entrega de un detenido tiene consecuenc­ias políticas, jurídicas y económicas. Eso ha obligado al equipo de Obama a arremangar­se buscando países que se presten a quedarse con los sospechoso­s. Esta última entrega está pactada, según The New York Times, con Italia, Omán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

Uno de los argumentos que utilizan los republican­os para negarse al cierre de Guantánamo y a la transferen­cia de presos se basa en la constataci­ón de que algunos de ellos, una vez superada la reclusión y la tortura, se incorporan a organizaci­ones yihadistas y perpetran atentados. La dirección de inteligenc­ia de Estados Unidos ha reconocido que cerca del 18% de los prisionero­s que han salido de Guantánamo se han implicado en acciones terrorista­s, mientras que de otro 13% se sospecha, aunque no lo pueden asegurar, que también podría haberse alistado.

La Casa Blanca mueve los hilos para transferir 18 detenidos de Guantánamo; si lo logra, quedarán 41

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CAROLYN KASTER / AP El presidente Barack Obama jugando al golf el miércoles en Kapolei (Hawái), donde pasa las vacaciones de Navidad

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