Cae el último reducto rebelde de Alepo y se completa el éxodo
Unas 34.000 personas han sido transferidas a zonas de la oposición
El mando del ejército sirio ha anunciado la toma completa del último reducto rebelde de Alepo, de alrededor de un kilometro cuadrado, y el establecimiento de su seguridad “tras ser liberada del terrorismo”. Con armas ligeras, combatientes rebeldes abandonaron su territorio del que también salieron en autobuses –los famosos autobuses verdes sirio– los últimos evacuados.
Según funcionarios de la ONU, 34.000 personas fueron transportadas al oeste de la provincia de Alepo y a la ciudad de Idlib. Al mismo tiempo pudieron salir de Fua y Kafraya, dos pueblos chíes, otras mil personas que, por su parte, habían sufrido el asedio de los rebeldes suníes.
El anterior retraso de su evacuación fue uno de los motivos que obstaculizaron la semana pasada el inicio de esta vasta operación militar y humanitaria de Alepo.
El presidente Bashar el Asad, con la recuperación de Alepo, casi seis años después de iniciada la guerra, está en su mejor momento. Controla las cinco ciudades más importantes, así como la costa mediterránea. El precio que ha pagado el pueblo sirio, sin embargo, con cerca de medio millón de muertos y millones de desplazados, es altísimo.
Alepo, la ciudad que había sido el motor económico de Siria, además de uno de sus principales destinos turísticos, está hoy en ruinas. Al menos 21.000 personas han muerto allí desde el 2011. El bazar, la ciudadela, el minarete del siglo XI que se levantaba en la gran mezquita, han quedado destruidos. La zona oriental de la ciudad, la que más tiempo ha estado bajo control rebelde, parece un escenario de la Segunda Guerra Mundial, Todo destrucción.
La nieve cubre amplias regiones de Siria, como Idlib, en la que se han hacinado alrededor de un millón de personas huyendo del gobierno de Damasco, al que no quieren rendirse.
Antes de estos refugiados alepinos llegaron otros procedentes de Homs, de Daraya, localidades conquistadas, una tras otra, por los soldados sirios con la decisiva ayuda del ejército ruso y de los combatientes iraníes.
El ejército regular tiene muchos de sus hombres en filas desde hace cinco años a la espera de los nuevos reemplazos que les puedan liberar. Extenuados, deben muchas veces acudir a uno u otro nuevo frente que se abre en esta guerra que nadie sabe cuándo concluirá.
Idlib está dominado por el Frente Al Fatah el Sham que agrupa varias organizaciones guerrilleras, y que había estado vinculado a los terroristas del ala siria de Al Qaeda.
Son estos grupos los que deben atender a los recién llegados, buscándoles un techo, procurándoles comida y dinero.
Con los nuevos refugiados ha aumentado la densidad de población, han subido los alquileres de viviendas y se han endurecido las dificultades de la vida cotidiana.
“Nos han enviado a la gran prisión de Idlib –decía uno de los refugiados alepinos– para asediarnos y bombardearnos. Es como una gran cárcel. Es como otra Gaza”. La batalla de Idlib pueda ser la próxima batalla de Siria.
Un millón de personas que no quieren rendirse al régimen de El Asad se hacinan en la provincia de Idlib