Margallo se reivindica
El “problema catalán” es ya un clásico en las tardes de Madrid. A las siete de la tarde, no cada día, pero sí a menudo, en la capital de España se habla de Catalunya como desafío, como grave problema o como laberinto sin salida. Pocas veces como oportunidad para idear algo nuevo. Ayer fue el turno de uno de los hombres más experimentados de la
colla vella de Convergència i Unió, el abogado Josep López de Lerma, diputado en el Congreso durante 24 años, que acaba de publicar, con singular éxito, un breviario político que lleva por título Cuando pintábamos algo en Madrid (ED Libros).
Recuerdos de la época dorada de CiU, certeramente seleccionados por el editor Fèlix Riera, como reivindicación del intervencionismo catalán en Madrid. Un intervencionismo que hoy parece muerto como programa, pero que puede regresar en el momento menos pensado en este tiempo nuevo y extraño en el que las curvas son cerradas, las aglomeraciones, peligrosas, y las predicciones, inseguras. Tiempos de disrupción, en los que un ejecutivo de la industria petrolera condecorado por Moscú va a ser nombrado secretario de Estado del Gobierno de Estados Unidos. En 2017, año del centenario de la revolución de Octubre, puede pasar de todo. Podríamos asistir al eclipse definitivo de la Unión Europea, o a su milagrosa reafirmación. A la activación del artículo 155 de la Constitución española en Catalunya o a la probable pirueta de evitar el drama en el último minuto con la convocatoria de elecciones al Parlament.
José Manuel García-Margallo, que presentó el libro, cree que el año que viene será de muy alto voltaje en lo que se refiere a Catalunya. Margallo se reivindica: “Me ocupé de Catalunya siendo ministro de Asuntos Exteriores, porque es responsabilidad de un ministro preocuparse de todos los asuntos importantes. Defendí firmeza con diálogo, cuando otros creían que la cuestión catalana podían resolverla los abogados del Estado y el Aranzadi. Ahora veo que hay un cambio de enfoque”. El exministro está preparando un libro con sus reflexiones y propuestas de reforma constitucional. No va a estar callado.
López de Lerma, que habla un poco como Miquel Roca y cierra los ojos como Jordi Pujol, considera que el actual rumbo político catalán es un disparate fenomenal que sepultará a lo que queda de Convergència. Defiende el capital político de CiU –pintar en Madrid–, sin moralina. En 2017, puede pasar de todo.