La Vanguardia

Maldades de los doblajes

- Quim Monzó

Mañana, día 24, tenemos la Nochebuena. Domingo 25, Navidad. Lunes 26, Sant Esteve. Todo eso queda más o menos claro desde hace tiempo. Pero ¿y hoy, día 23? No podía ser que, en esta retahíla de celebracio­nes, el pobre 23 quedara arrinconad­o. Y no lo está aunque muchos no lo supiéramos. Hoy 23 es Festivus, una fecha que se celebra desde que, en 1997, apareció en un episodio de Seinfeld que llevaba por título The strike. La fiesta la concibió el guionista Dan O’Keefe. Deseosos de prescindir de la presión que supone la Navidad y la Janucá, los protagonis­tas de la serie deciden crearla.

La idea es montar una cena que parodie las que tienen que ver con las fiestas religiosas. Para celebrarla hace falta recoger un palo de aluminio que tengas en el garaje o en un trastero y clavarlo sobre una base sólida; de madera, por ejemplo. Si no tienes ninguno, una vieja barra de cortina va bien, o un palo de lámpara de pie, o de ventilador. Si no tienes nada de eso, pues ve a cualquier ferretería y compra un palo de aluminio. ¡Si está sucio no lo limpies! Sitúalo en un lugar preferente del comedor, como harías con el árbol de Navidad. No lo decores con nada. Ni bolas ni lucecitas ni lazos. El palo de aluminio pelado. Como dice en Seinfeld el padre del personaje George Costanza: “Tenemos un palo. No requiere ninguna decoración. Opino que los espumillon­es distraen”.

La cena se prepara con platos en los que predomina el color rojo. Pastel de carne, espaguetis con salsa de tomate, sopas rojizas como el chili con carne, y cacahuetes de bolsa. Sobre todo, no pongas los cacahuetes en un plato bonito. Rompe la bolsa y que los comensales coman directamen­te. Nada de pavo. Nada de bebidas alcohólica­s. Nada de servilleta­s. Mejor, trozos de papel de cocina. Utilizar platos, cuchillos y tenedores de plástico es un plus. Una vez servida la cena, empieza la fase que más me gusta: la exposición verbal de los agravios que tienes con los otros. Mientras coméis, cada uno de los comensales explica al resto en qué lo han decepciona­do durante el año que se acaba. En vez de medias sonrisas hipócritas como las que propicia estos días el cuñadismo, sólo la pura verdad. Acabada la cena se disputa un combate de lucha en el que los comensales se pelean con el cabeza de familia hasta que este gana (hasta que él no gana, no se acaba la competició­n).

Tuvo tal éxito aquella celebració­n que hoy día se celebra en medio mundo. Y no sólo por parte de jóvenes con ganas de romper tradicione­s. Muchos políticos norteameri­canos –gobernador­es, miembros de la cámara de representa­ntes...– también se apuntan. Yo todavía no lo he celebrado nunca. De momento buscaré aquel capítulo llamado The strike. Vi muy poco Seinfeld porque no soportaba el doblaje cheli que le ponían, y en aquella época no había forma de escucharla en versión original. Parecían jovencitos de Malasaña más que neoyorquin­os. Si no hubiera sido por eso, quizá me habría enganchado y esta noche también celebraría el Festivus.

Que, de tanto pensar en Navidad, no nos pase por alto la fecha de hoy: 23 de diciembre

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