Menosprecio
El fondo y la forma..., o cuando la forma nos desnuda y muestra la naturaleza del fondo. Y las formas, con respecto al conflicto catalán, son un festival de semiótica carente de todo pudor. ¿El último ejemplo?, la entrada de caballo siciliano del TSJC en el Parlament, cual virreyes en tierra conquistada. Sin ningún respeto por el simbolismo de la sede de la soberanía del pueblo catalán. ¿Había que hacerlo de esa manera abrupta? Había, porque las formas, son el fondo...
El Estado –negado el ejercicio de la democracia– ha decidido usar todas sus herramientas para acabar con el movimiento ciudadano que exige un referéndum, y aplastar el sentimiento independentista. Si algo es indiscutible después de estos años de furibundas envestidas, es que el independentismo catalán disfruta de una salud extraordinaria. Y las evidencias son rotundas: con todo lo que le ha caído encima, desde la represión legal, hasta la activación de las cloacas y la cacería contra los dirigentes del proceso, pasando por la ofensiva judicial y aterrizando en el pensamiento único impuesto a todos los media no catalanes, con todo, todavía hay una mayoría abrumadora que quiere votar, y un sí muy consolidado en las encuestas. Es decir, pueden activar la poderosa apisonadora del Estado, pero la eficacia en la destrucción del proceso, es escasa. Por eso mismo, convencidos de la impunidad con que pueden reprimir, no sólo no tienen cuidado de las formas, sino que las usan con especial falta de cuidado, justamente para demostrar su poder.
Y retorno al TSJC como muestra de menosprecio, repitiendo la pregunta de antes: ¿hacía falta? Es decir, en medio del conflicto, con los ánimos tan heridos por el proceso contra la presidenta Forcadell y el resto de los inculpados, con la convicción mayoritaria de que estamos ante una persecución y un juicio políticos, ¿había que interrumpir un debate parlamentario de tanta importancia, llegar con bombo y ruido y, perdonen la expresión poco navideña, marcar paquete? ¿Hacía falta? Vistas las ideas del presidente del Supremo catalán, que, según pudimos leer, no fue elegido por sus méritos profesionales (que seguro que tiene), sino por los ideológicos, y visto el hecho de que España está a la cola en independencia judicial, según los ratings internacionales, visto todo, blanco y en botella..., leche rancia… Es decir, no sólo se quería recordar a los diputados catalanes, incluidos su presidente y vicepresidente, que el martillo de herejes del Constitucional los controla y avisa (ergo, amenaza), sino que también se quería hacer notar el poder del Estado. Por eso no tiene valor el Parlament catalán, ni sus diputados, ni el debate clave que se estaba haciendo, nada tiene valor porque el Parlament es de pega, un juguete regalado por el generoso Estado que nos tutela. No. No tuvieron falta de sensibilidad. Quisieron no tenerla, para recordar que mandan.
La entrada de caballo siciliano del TSJC en el Parlament, cual virreyes en tierra conquistada