El mago de Kurgan
Gavriil Ilazárov centró sus estudios en ortopedia y traumatología tras atender en un hospital de Siberia a muchos soldados con mutilaciones
Los testimonios en internet de personas que dicen haberse sometido a intervenciones con el método Ilizárov para alargar sus extremidades o corregir malformaciones parecen sacados de una campaña de uno de esos productos milagro que tanto éxito tienen en las redes sociales.
La única diferencia entre estos últimos y la técnica inventada por el polaco Gavriil Ilizárov es que su método sí se ha probado que puede funcionar en algunos casos, aunque el mago de
Kurgan, que es como se conocía a este médico en la década de los cincuenta del siglo pasado, no parece que inventara esa técnica de restauración de huesos para aplicarla en personas sanas y sin malformaciones por un simple interés estético.
Kurgan es la pequeña ciudad soviética de Siberia en la que empezó a ejercer, con sólo 23 años, la medicina Gavriil Ilazarov. Allí llegaban soldados con graves mutilaciones y traumatismos. Ilizárov, cuentan los que le conocieron en aquella época (finales de la década de los cuarenta del pasado siglo), empezó a recopilar toda la información existente sobre ortopedia y traumatología para encontrar una cura a aquellos pacientes.
Desarrolló una particular técnica, muy complicada y engorrosa en su aplicación tanto para el paciente como para el médico, y la puso en práctica. Al principio pocos confiaron en el método Ilizárov, excepto en Rusia, donde este médico sería distinguido años más tarde con el premio Lenin, uno de los galardones científicos más prestigiosos de ese país.
La técnica de este médico polaco (tenía fama de altivo y charlatán) no saltó las fronteras de Rusia hasta los años setenta del siglo pasado. Una de sus intervenciones más sonadas, resaltada en todas las biografías de Ilizárov, tuvo como protagonista a un campeón olímpico de salto de altura que pudo participar en unas olimpiadas y ganar una medalla de oro después de que este médico le operara de una grave lesión traumatológica en 1978.
Fueron dos médicos italianos, Bianchi Maiochi y Maurizio Catagni, los que exportaron a Europa el método Ilizárov tras viajar a Rusia y conocer personalmente a ese médico, además de seguir algunos de sus tratamientos. Era la década de los setenta del siglo pasado y esta técnica tardaría aún muchos años en ser aplicada en otros países como Estados Unidos o en Latinoamérica, donde goza ahora mismo de un considerable éxito en países como México. También hay cirujanos especializados en ese método en China, India, Egipto o Armenia. Los médicos que la practican sostienen que, a pesar del alto riesgo de complicaciones y la atención diaria que requiere el paciente durante meses (de ahí que muchos traumatólogos clamen al cielo al saber que algunos se operan por un simple interés estético), el método resulta eficaz para lesiones de los huesos que parecen incurables.
Hace unos años el método Ilizárov fue también noticia cuando algunos medios informaron del éxito de una operación a la que fue sometida una niña siria de sólo ocho años que llegó al hospital con una pierna destrozada por una bomba. La intervención se practicó en Israel.
Un médico altivo y considerado un charlatán al que Rusia premió con el máximo galardón científico