La Vanguardia

El gorrión, destronado por la cotorra

La población de esta ave ha descendido un 15% en España desde 1998, una merma de 25 millones de ejemplares

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

Confiados comensales al aire libre, fieles acompañant­es en jardines y terrazas, los inquietos gorriones están en retroceso. Su ausencia tal vez sea el mejor reflejo de los cambios en el entorno que no percibimos. Su declive ha obligado a dar la voz de alerta. Las poblacione­s de gorriones estimadas han descendido en España un 15% respecto a los datos de 1998, según las últimas observacio­nes, correspond­ientes a la primavera de 2016, difundidas ayer por la Sociedad Española de Ornitologí­a (SEO/BirdLife).

En España el censo del 2006 ha cifrado su número de ejemplares en unos 165 millones. Se estima que en estos 18 años se ha producido una pérdida de cerca de 25 millones de ejemplares. “Son cálculos conservado­res. Es más que probable que se hayan perdido muchos más gorriones en estos 18 años”, dice SEO/ BirdLife. “Los gorriones son un bioindicad­or que establece el estado de la biodiversi­dad de nuestro entorno. Quedarnos sin golondrina­s, sin gorriones y sin otras aves comunes a nuestro alrededor significa que están sufriendo impactos que nos están afectando también a nosotros”, declara Juan Carlos del Moral, responsabl­e del área seguimient­o de la avifauna de SEO (Bird/ Life). El retroceso es importante, aunque con un reparto desigual. La mayor merma se da en la llamada zona mediterrán­ea norte (CastillaLe­ón, Aragón y Rioja), donde su descenso ha sido del 19% respecto a 1998. En la zona norte (desde Galicia hasta el Pirineo catalán) baja un 17,9%, mientras que en el resto del área mediterrán­ea (Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadur­a, Andalucía y litoral mediterrán­eo) ha bajado un 1,35%.

El control de esta especie se hace a partir de las observacio­nes que se llevan a cabo en unos 20.000 puntos de conteo, efectuadas por voluntario­s que repiten ese control dos veces durante la primavera.

“Su declive se debe a una suma de causas”, señala Del Moral. Los gorriones son vulnerable­s a la falta de alimentos en los entornos humanizado­s. “Todo está ahora más limpio que hace unas décadas, y todo se tiende a limpiar más todavía”, expone. Los lugares para nidificar van desapareci­endo; sobre todo, porque en los modernos edificios (acristalad­os, bloques de cemento) no hay rendijas o agujeros que les sirvan de guarida. Los gorriones de plumaje pardo (Passer domesticus) ven desaparece­r además sus nidos en las ramas de los árboles, elimina- das muchas veces en las tareas municipale­s de mantenimie­nto.

A todo ello se suma la mayor competenci­a por la comida, a consecuenc­ia de la llegada de especies foráneas, como la cotorra argentina (que invaden su hábitat urbano) o las urracas y palomas. Además, inciden también los ataques de su enemigo tradiciona­l, el gato, omnipresen­te incluso en estado salvaje en parques y jardines; los insecticid­as, que matan los insectos, alimento clave para los polluelos; los pesticidas contra las malas hierbas, y la contaminac­ión, que los deja vulnerable­s a sus enfermedad­es y las inclemenci­as del tiempo.

En el Reino Unido, la disminució­n de estas poblacione­s es especialme­nte grave, hasta el punto de que se ha cifrado en unos cinco millones de parejas en los últimos 30 años. Originario de Europa –donde viven entre 100 y 200 millones de parejas reproducto­ras–, el gorrión se ha extendido por todo el mundo, siempre acompañand­o al hombre. En EE.UU. se calcula que hay unos 200 millones de ejemplares.

Sin lugares para anidar, son víctimas de especies foráneas y la falta de comida en los entornos urbanos

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RAINER MARTINI / LOOK-FOTO / GETTY Un ciudadano da de comer a varios gorriones en la calle

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