Tres libros dibujan un Granados renovador de la música europea
Walter Clark, Mònica Pagès y Miriam Perandones renuevan la visión del creador
Enrique Granados murió a los 49 años, de tal forma que al centenario de su desaparición se suma el 150.º aniversario de su nacimiento en Lleida. Este doble aniversario ayuda a revisar no sólo la obra musical, también su gran papel como pedagogo, y a dibujar un Granados como “músico total”, como lo define una de las expertas en su obra, Mònica Pagès. Coincidiendo con las conmemoraciones se han editado tres libros sobre él, que profundizan en su pensamiento musical, en su vida privada y también en sus relaciones con la alta cultura de su época.
El musicólogo Walter Aaron Clark, profesor de la Universidad de California, ha dedicado más de 50 años a estudiar la obra del autor de Goyescas. “Ya sería hora de que se reconociera el genio único y singular de Granados, está a la altura
de los mejores músicos de su época”, afirma el profesor, que ha visto traducido al español su libro Enrique Granados. Poeta del piano (Boileau, 2016), considerada la biografía más completa y exhaustiva del pianista. “Es un músico distinto, es importante. Hasta ahora se decía que Granados era un referente en música española, pero ahora sabemos que gracias a él se introduce en España la música europea más avanzada. Granados es también fundamental en la música catalana de su época, con óperas como Follet o Picarol. Es el gran renovador y regenerador de la música. Tal vez sea un músico muy conocido, pero poco interpretado”.
Mònica Pagès se adentra en la personalidad del músico con el libro Granados, el so de la mirada (Pagès Editors, 2016), un recorrido gráfico por su vida y obra. Pagès, autora también de una biografía reciente de Alicia de Larrocha, ha acudido a archivos familiares, bibliotecas de todo el mundo, coleccionistas y expertos para retratar un Granados en su vertiente más humana, “pero también –afirma– la de una figura cultural de primer orden que se codea con lo más representativo de la inteligencia española y europea”. Pagès recoge en su libro algunas de las amistades de Granados como el doctor Salvador Andreu, creador de las famosas pastillas contra la tos, los compositores Felip Pedrell (su maestro), su amigo Pau Casals, Ricard Vinyes, Camille Saint Saëns, Isaac Albéniz, el pianista americano Harold Bauer, o las cantantes Conchita Badia o Paquita Madriguera, discípulas suyas como Frank Marshall, su continuador, del cual se ofrece una foto con los mismos bigotes que su maestro. Para Pagès, “hay una riqueza documental importante tras la obra del músico, pero yo he querido que el libro hable por sí solo”.
La profesora de la Universidad de Oviedo Miriam Perandones coincide con Clark y Pagès en considerar a Granados un “músico regeneracionista comprometido con la renovación artística y musical de su época”. Perandones ha trabajado diez años en recopilar y seleccionar la voluminosa correspondencia que el compositor mantuvo con su familia, sobre todo con su esposa Amparo Gal, pero también con nombres tan destacados como Joan Maragall, Amadeu Vives, Ernest Schelling, Joaquín Turina, Apel·les Mestres o Lluís Millet entre otros. “Era compositor y pianista, pero también un gran maestro y un conocedor del mundo que envolvía la música. En sus cartas se aprecia un hombre que opina sin tapujos sobre la realidad cultural del tiempo que le tocó vivir”, afirma Perandones.
Correspondencia epistolar (18921916) (Boileau, 2016) muestra un Granados íntimo, sensible, afectuoso, “pero también nervioso y con tendencia a la hipocondría”.