La Vanguardia

El primer encuentro

- LLUÍS BONET MOJICA

“En nuestra primera cita le compré el mejor helado de chocolate. Después la besé y sabía a chocolate”. Aconteció el 30 de junio de 1989 y supuso el primer y definitivo encuentro entre Barack Obama, estudiante de Derecho en funciones de becario, y su superiora del bufete de abogados, Michelle Robinson, que ya ejercía como letrada. No sabemos si en algún momento Obama se planteó repetir la famosa frase de Spencer Tracy a Katharine Hepburn en Adivina

quién viene esta noche (1967): “No se preocupe, señora, que yo la pondré a mi altura”. Director debutante, el también guionista Richard Tanne asegura que todo cuanto puede verse en la película ocurrió realmente en esta primera cita de Obama y Michelle, exceptuand­o una reunión comunitari­a.

Michelle y Obama compitió en el último Festival de Sundance, paradigma del cine independie­nte. Aquella primera cita es la percha de una narración que quiere evitar la desmesura hagiográfi­ca. Lo consigue bastante, aunque en ocasiones incurra en el agasajo excesivo. “Estamos derribados, pero no acabados” es una de las frases que se pueden oír a lo largo del filme. Aquel joven Obama se empeñará en conseguir una cita con la que se ha convertido en la mujer de sus sueños. Porque los sueños presidenci­ales, por supuesto, todavía estaban lejos, aunque Michelle pronto percibe que aquel hijo único de un matrimonio interracia­l tiene un gran futuro. Ella será la gran impulsora de su carrera política. Tanto Tika Sumpter como Parker Sawyers están magníficos en sus recreacion­es de Michelle y Obama.

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