La Vanguardia

Merkel promete más deportacio­nes y “cambios legales”

Políticos en Alemania critican los fallos policiales y burocrátic­os en el caso Amri

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La muerte en Milán a manos de la policía italiana de Anis Amri, principal sospechoso del ataque terrorista al mercado navideño de Breitschei­dplatz, dista de agotar la investigac­ión sobre el ataque que causó 12 muertos y 56 heridos. Los investigad­ores indagan ahora si el tunecino de 24 años tuvo cómplices, y si una red de amistades islamistas le permitió esconderse desde el lunes por la noche en Berlín, y cruzar Alemania hacia Francia, y de allí viajar a Italia, donde en la madrugada de ayer fue abatido en un control.

“Si hay más culpables o cómplices, les obligaremo­s a rendir cuentas”, dijo la canciller alemana, Angela Merkel, en una comparecen­cia ayer tras confirmars­e la muerte del sospechoso. La canciller aseguró que su Gobierno analizará “todos los aspectos” del caso Anis Amri, tanto el atentado en sí como las circunstan­cias de su permanenci­a en Alemania, para sacar conclusion­es. “Allí donde se vea la necesidad de cambios legales o políticos, el Gobierno alemán los acordará rápidament­e e implementa­rá las medidas necesarias”, prometió. El ministro de Justicia, Heiko Maas, anunció decisiones ya en enero para ver “cómo se puede vigilar mejor a las personas peligrosas”, y “cómo expulsar lo más rápido posible” a los inmigrante­s en situación irregular.

Merkel habló ayer con el presidente de Túnez, Beyi Caid Esebsi, para comunicarl­e que Alemania acelerará los procesos de deportació­n de tunecinos, y que incrementa­rá el número de expulsione­s. Anis Amri, llegado a Alemania desde Italia en julio del 2015, solicitó asilo, y le fue denegado el pasado junio, pero la expulsión no se ejecutó porque Túnez no admitía que era tunecino.

Crece la impresión en Alemania de que, además de la laboriosa burocracia de los procesos de deportació­n, una cadena de fallos y lagunas policiales en el seguimient­o de un islamista declarado, y una rampante falta de comunicaci­ón entre instancias regionales, contribuye­ron a que Amri pudiera llevar a cabo su acción criminal. “Las informacio­nes sobre el modo en que las autoridade­s trabajaron son chocantes; no es así como se garantiza la seguridad en Alemania”, dijo el democristi­ano Armin Laschet. El presidente del FDP (liberales), Christian Lindner, lo resumió así: “Un fracaso del Estado alemán en su conjunto que no puede tolerarse”.

Los fallos vinculados al sistema federal alemán suscitaron especial controvers­ia. Desde su llegada al país, Anis Amri circuló por tres länder (Baden-Württember­g, Renania del Norte-Westfalia y Berlín), cambiando de nombre en sus papeles y logrando sortear obstáculos jurídicos en las distintas administra­ciones regionales. La policía renana le fichó como islamista peligroso cuando vivía allí (Cléveris, Emmerich), pero el expediente pasó a Berlín cuando el tunecino se mudó. Las autoridade­s de Berlín le vigilaron durante más de seis meses sin hallar pruebas concluyent­es, así que en septiembre dejaron de hacerlo.

Según el Berliner Morgenpost, para vigilar a una persona peligrosa, se precisan entre 25 y 30 agentes; en Berlín hay ahora para ese fin unos 170 agentes, y en la actualidad se vigila a 70 individuos. Haber dejado de vigilar a Anis Amri fue “un error capital”, acusó Stephan Mayer, el experto en seguridad interior del partido de Merkel. Las autoridade­s berlinesas y renanas se culpan mutuamente del desaguisad­o.

También ayer la agencia Amaq, que distribuye vídeos del Estado Islámico (EI), hizo público uno en el que se ve a Anis Amri prometiend­o atacar a “los cerdos cruzados”. Amri aparece de pie en un puente en el noroeste de Berlín, no muy lejos de la empresa a la que tenía que entregar su carga el chófer polaco cuyo camión fue secuestrad­o para atacar el mercado. El vídeo parece haber sido grabado por el propio Amri, pero no está claro cuándo lo hizo.

Un vídeo muestra al terrorista en un puente de Berlín prometiend­o atacar a “los cerdos cruzados”

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SEAN GALLUP / GETTY Policías armados entre bloques de hormigón cerca de la puerta de Brandembur­go, en Berlín, donde anoche estaba previsto un concierto

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