Theresa May no explica ni siquiera a la reina su estrategia sobre el Brexit
La monarca se ha enfadado con su primera ministra por la falta de explicaciones
Podría pensarse que entre los privilegios de ser la reina de Inglaterra figure que si le hace una pregunta directa a su primera ministra, reciba una respuesta lo más clara y rotunda posible. Pero parece que no es necesariamente el caso, porque Theresa May obsequia a Isabel II con las mismas vaguedades, generalizaciones y lugares comunes sobre el Brexit que al resto de ciudadanos. Y ni siquiera ha satisfecho su curiosidad de cómo se le ha ocurrido nombrar al poco diplomático Boris Johnson como responsable de Asuntos Exteriores.
La relación entre la monarca y la líder conservadora no ha empezado con buen pie, según fuentes del Palacio de Buckingham. La monarca invitó a la premier a pasar juntas un par de días en su residencia escocesa de Balmoral, con la pretensión de que le explicara su estrategia para la salida de la Unión Europea, si quiere un Brexit duro o blando, si contempla o no la permanencia en el mercado único y la unión aduanera, el impacto del divorcio sobre la banca y los principios sectores industriales, cómo va a afectar a la inversión extranjera, la inflación y el empleo, qué plazos se fija, si aceptaría acuerdos de transición y qué tipo de relación contempla con el resto del continente. Preguntas del todo pertinentes, y más aún viniendo de la reina.
Pero Theresa May se limitó a responderle que “Brexit significa Brexit”, que intentará arrancar el mejor trato posible para el Reino Unido, que hay que respetar la voluntad de la mayoría de votantes expresada democráticamente en el referéndum del 23 de junio, y que no tiene intención de ir comentando en el Parlamento y en la prensa los detalles de su posición negociadora, porque ello resultaría contraproducente. O sea, lo mismo que lleva seis meses diciéndole a todo el mundo, de sangre roja o de sangre azul.
No es sorprendente que Isabel II se haya enfadado ante tanto secretismo. Ni tampoco que los analistas políticos hayan interpretado las insulsas explicaciones de May a la reina como un nuevo indicio de que en realidad su Gobierno carece de una hoja de ruta sobre el Brexit, y no tan sólo ignora el camino para llegar a destino, sino incluso dónde está la meta que aspira a alcanzar. Con el gabinete dividido entre los euroescépticos duros y los realistas, el mensaje cambia cada día según quien sea el portavoz. Y mientras unos (como el ministro de Comercio Internacional, Liam Fox) desean una ruptura radical que permita al Reino Unido limitar la inmigración y negociar sin ataduras sus
propios acuerdos comerciales, otros (como el ministro de Economía, Philip Hammond) pretenden limitar los daños a las finanzas del país. “Lo que con frecuencia se presenta como táctica negociadora no son más que una lista de deseos, en una especie de carta a los Reyes Magos, sin conocimiento alguno de los principios fundacionales de la Unión Europea, las regulaciones en vigor y las circunstancias políticas del resto de países, como si Merkel pudiera hacer una excepción con Theresa May porque le cae simpática (que no es el caso), y concederle por su cara bonita el control de la inmigración sin salir del mercado único”, dice el analista Paul Jones.
La reina y May se reúnen brevemente por lo general cada semana en el palacio de Buckingham para tomar el té, pero entre las dos mujeres –según las fuentes de palacio– no ha surgido una gran cordialidad. Isabel II tiene ideas políticas bastante conservadoras, pero detestaba a Margaret Thatcher, y en cambio sentía predilección por el laborista Harold Wilson, con quien incluso se permitía bromear.