Estancias en el extranjero, ¿‘a wishful thinking’?
Los países anglosajones exigen la movilidad de los alumnos
En la Universitat Pompeu Fabra, una institución en la que la internacionalización es un valor definitorio, sólo una cuarta parte de los alumnos se inscribe en algún programa de movilidad internacional, tipo Erasmus. Esta afirmación, expresada por la investigadora en el aprendizaje en segundas lenguas, Carmen Pérez Vidal, da la medida de la falta de internacionalización de los alumnos catalanes. No es que tengan poco interés, indica la investigadora de la UPF, sino que no disponen de recursos económicos. “Si emuláramos a otros países, los estudiantes de filologías y los de traducción e interpretación deberían pasar una temporada en los países de donde procede la lengua que aprenden como requisito básico para obtener la titulación”, apunta Pérez Vidal, “porque es imposible transmitir una cultura sin viajar”. Pero para ello se requerirían becas y ayudas específicas, ahora inexistentes. A su juicio, los futuros educadores deberían hacer lo mismo. Marcharse un tiempo al país del habla que aprenden.
El informe del MIF abunda en la misma idea: “las universidades animan a los estudiantes en Educación y a los que impartirán lengua extranjera a participar en programas de movilidad, pero la disminución en la cuantía de las becas está afectando muy negativamente a los estudiantes con recursos más limitados”.
Algunas universidades, como la de Lleida (UdL) promueven la movilidad mediante la posibilidad de cursar prácticas de tercer curso en países americanos o europeos con lo que mantiene convenios Erasmus u otros propios.
“Urge la internacionalización de nuestros jóvenes incluso en etapas preuniversitarias”, advierte Pérez Vidal. Estancias en el extranjero de corta duración, una o dos semanas que posibiliten ampliar horizontes no sólo en lengua sino en cultura, adquisición de independencia, conocimiento de otros hábitos y valores. Experiencias
INTERNACIONALIZACIÓN “Urge que los jóvenes vayan al extranjero aunque sea por un par de semanas” BECAS Y AYUDAS La disminución en la cuantía afecta a los estudiantes con menores recursos
como los intercambios Comenius (educación obligatoria) y Leonardo (Formación Profesional).
Frente a la dificultad por irse a vivir al extranjero, la profesora, que es autora junto a Mireia Trench y Neus Lorenzo, del capítulo de plurilingüismo del informe Retos de la educación en Catalunya, el anuario de la Fundació Jaume Bofill recientemente presentado, sostiene que la universidad debería ofrecer más clases en lenguas extranjeras, principalmente en inglés, lo cual “permitiría, además, atraer a alumnos extranjeros que multiplicarían el efecto internacionalizador”.
Los estudiantes de otros países se mueven mucho, especialmente los americanos y los asiáticos porque se valora la estancia en el extranjero. “Aprovechemos el interés en Barcelona y atraigamos más para que se beneficien nuestros alumnos”, indica.
En realidad, ya existe una presencia de alumnos extranjeros en las aulas, pero no en las universitarias sino en las de educación obligatoria. “Pero no se aprovecha su potencial, a excepción de proyectos muy interesantes que recogemos en el anuario y que, afortunadamente, cada vez son más”, explica Pérez Vidal. Familias que entran en las clases y explican historia y cultura de su país de origen, hábitos y costumbres, propician experiencias gastronómicas... Aprendizajes de términos básicos de las lenguas y formas de escritura. En definitiva, alumnos que aportan una riqueza y diversidad tan solo con su presencia, un caudal de conocimiento que podría transmitirse gratis en el aula. “Tenemos escuelas verdaderamente internacionales pero no se cuelgan esa etiqueta por la procedencia del alumnado”, observa la profesora. “Nuestras escuelas ganarían el día en que los maestros no solo tengan un B2 en inglés o francés” sostiene la profesora de didáctica de la UAB, Cristina Escobar, “sino en chino, árabe, ruso...”.