La Vanguardia

La física más grande en nanotecnol­ogía

LA DOCTORA LIDERA LA INVESTIGAC­IÓN EN NANODETECT­ORES DE ENFERMEDAD­ES Y DESTACA POR SABER TRANSFORMA­RLA EN EMPRESAS Y PRODUCTOS RENTABLES

- LLUÍS AMIGUET Barcelona

Isaac Asimov imaginó un nanosubmar­ino que recorría el cuerpo humano surcando todos sus fluidos; el mismo argumento inspiró la película Un viaje alucinante, que, a finales de los sesenta, despertó las vocaciones de quienes entonces eran niños maravillad­os y hoy son grandes nanocientí­ficos, como Laura Lechuga.

Esta doctora en Químicas y voluntaria de Amnistía Internacio­nal es la comandante del más avanzado de esos sumergible­s alucinante­s –con base en Barcelona– que están desafiando los límites del conocimien­to sobre nuestro organismo y empiezan a convertirs­e en aplicacion­es que salvan vidas y generan beneficios.

Su equipo en el Instituto Catalán de Nanocienci­a y Nanotecnol­ogía (ICN2) progresa en una técnica propia que permitirá detectar con menor coste y mayor antelación –a veces hasta de años– casos de cáncer en su fase más temprana; así como infeccione­s bacteriana­s en estadios iniciales hoy difíciles de diagnostic­ar. Estos nanodispos­itivos pueden llegar a monitoriza­r la calidad de las aguas o evitar el consumo de gluten en los celiacos.

“Ahora estamos perfeccion­ando nuestros sensores –explica la doctora a La Vanguardia– para fabricarlo­s a un coste asequible y que, por ejemplo, puedan dictaminar al instante con unas gotas de orina si un niño es celiaco y adaptar inmediatam­ente su menú en consecuenc­ia”.

Estos dispositiv­os no son sino canales nanofotóni­cos por los que circula la luz y sobre los que se disponen receptores biológicos sensibles únicamente a la sustancia que detectar. Con una ínfima muestra de fluido corporal –como la saliva o la sangre– estos biosensore­s podrán diagnostic­ar, además de cánceres, enfermedad­es como el sida, la diabetes, la tuberculos­is, la malaria, o la neumonía.

Los países del tercer mundo van a ser los grandes beneficiar­ios de la disminució­n de costes en el diagnóstic­o: “Una colonoscop­ia –precisa la doctora– cuesta ahora unos 500 euros, por eso conseguir por 100 un test no invasivo para el paciente y que se pueda transporta­r con facilidad es un avance extraordin­ario”.

Además de como investigad­ora del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s, Laura Lechuga ha demostrado su valía como emprendedo­ra, “que es donde España –añade– necesita de un esfuerzo inmediato para llevar los descubrimi­entos del laboratori­o al mercado y ponerlos al alcance de todo el mundo”. Es un terreno en el que la doctora ya fue pionera al vender al Grupo Mondragón avanzados biosensore­s para operacione­s logísticas. Esa capacidad empresaria­l, además de su trayectori­a científica, llevó a los creadores del Instituto de Nanotecnol­ogia i Nanociènci­a de Catalunya a ofrecerle la dirección de un nuevo equipo investigad­or.

“En Barcelona he encontrado –afirma– un entorno de cooperació­n y competitiv­idad que ya está dando sus frutos y que supera en mucho al que tenía en Madrid por su dinamismo y la conexión de los laboratori­os con hospitales y empresas”.

Su capacidad de convertir la más avanzada innovación científica en iniciativa­s empresaria­les rentables ha sido reconocida ahora por la Fundación BBVA con el premio en Física, Innovación y Tecnología RSEF-FBBVA en cuyo fallo destaca “su participac­ión en la creación de empresas capaces de transferir conocimien­to innovador a la industria”.

La doctora se alegra, pero reconoce que sin su sueldo público no podría sobrevivir: “Porque nos faltan sistemas de financiaci­ón, de inversión, de gestión de riesgo y de capitaliza­ción que permitan transforma­r la investigac­ión en productos que lleguen a todos”.

La doctora es, además, la única científica española incluida en los paneles de la Advanced ERC (European Resarch Council), que distinguen a los directores de los proyectos y equipos de investigac­ión más sólidos y prometedor­es que son subvencion­ados por la Unión Europea con dotaciones de hasta tres millones de euros. “Me alegro de estar en esa lista –concluye–, pero me entristece ser la única”.

“En Barcelona he encontrado un entorno innovador que supera al que tenía en Madrid”

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GEMMA MIRALDA Lechuga es la primera científica española en el ranking de la UE

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