La Vanguardia

La deuda de las radiales con los expropiado­s es de 1.200 millones

El Gobierno trata de reducir en lo posible el coste del rescate de las autopistas

- ÓSCAR MUÑOZ Barcelona

La factura que las autopistas en quiebra dejan a las arcas públicas incluye una partida de 1.200 millones en expropiaci­ones. La adquisició­n de terrenos costó seis veces más de lo previsto.

La factura que las autopistas en quiebra dejan a las arcas públicas tiene una partida llamativa: la de las expropiaci­ones, que asciende, según los cálculos de las concesiona­rias, a unos 1.200 millones de euros. Esta cantidad es una de las cuestiones más controvert­idas de esta crisis y motivo de discusión entre las citadas empresas y el Gobierno central. Según como se compute, la compensaci­ón que finalmente deba pagar el Estado por quedarse con estas infraestru­cturas será mayor o menor. Si un acuerdo in extremis con los acreedores no lo evita, el coste global de la reversión de las ocho concesione­s afectadas puede ser de 5.700 millones, según los últimos cálculos de la patronal Seopan. En el Ejecutivo se estiman cantidades mucho menores y aunque no se ha dado una cifra oficial se cree que difícilmen­te superará los 2.000 millones. El conflicto está servido.

Esos 1.200 millones eran la cantidad que las concesiona­rias aún no habían abonado a los expropiado­s cuando comenzaron los procesos concursale­s, que se declararon entre 2012 y 2014. En ese momento, las empresas ya habían pagado, según sus cálculos, otros 1.000 millones por este concepto. En cualquier caso, son cantidades mucho mayores que las que se previeron en la fase de planificac­ión, a finales de los 90, durante el Gobierno del PP presidido por José María Aznar, cuando se estimaron, en conjunto, 387 millones por todas las expropiaci­ones. Al final, estos costes se dispararon hasta un total 2.217 millones. La desviación fue enorme: 1.830 millones, casi seis veces más.

Los precios por estas adquisicio­nes forzosas crecieron exponencia­lmente como consecuenc­ia de las sentencias de los tribunales, a raíz de la ley del Suelo de 1998, que considerar­on que los terrenos no debían considerar­se rústicos ya que había expectativ­as de urbanizaci­ón. En el caso de las radiales –las que más han incrementa­do ese valor–, la razón era el crecimient­o futuro esperado por su cercanía con Madrid en un momento de fuerte fiebre constructo­ra. Entre los afectados, además de pequeños y medianos propietari­os, muchos de ellos agricultor­es, había latifundis­tas de conocidas familias (Franco, Serrano Suñer o Abelló). Se da la circunstan­cia, además, de que las franjas de terreno adquiridas fueron más grandes de lo acostumbra­do en este tipo de infraestru­cturas, el doble en algunos casos.

Otras sentencias, algunas muy recientes, han dado la razón a los expropiado­s en sus demandas para que, al hallarse las concesiona­rias en proceso concursal, sea el Estado quien pague lo que se les debe. El Gobierno no detalla cuánto ha abonado hasta el momento y qué cantidad queda por satisfacer de la cuantiosa factura pendiente tras la quiebra de las citadas empresas.

Los espectacul­ares sobrecoste­s de las expropiaci­ones llevaron al Gobierno a tomar medidas para reducir la factura que tendría que asumir en caso de que las concesione­s cayeran. En 2014 aprobó un real decreto mediante el cual el coste de las adquisicio­nes de terrenos que quedase por abonar se restaría de la Responsabi­lidad Patrimonia­l de la Administra­ción (RPA). Este último concepto, que es el valor de los activos pendientes de amortizar en el momento que pasan a manos del Estado, asciende a 4.500 millones. y, en teoría, este debería pagarlo a las sociedades en liquidació­n.

Hasta que no se produzcan las primeras liquidacio­nes y se activen las correspond­ientes RPA, no se conocerán las cifras exactas del coste de la reversión de cada una de las concesione­s. En caso de que finalmente produzca esta caída en cadena, que podría comenzar el próximo julio con Accesos de Madrid, la sociedad que construyó y explota las radiales R-3 (Madrid-Arganda) y R-5 (Madrid-Navalcarne­ro) y con Ciralsa (circunvala­ción de Alicante), las que tienen el proceso concursal más avanzado, se presentan dos escenarios. Uno, que las liquidacio­nes se consideren consecuenc­ia de factores ajenos a la gestión de las empresas, de modo que estas podrían recibir las RPA que figuran en los contratos e incluso compensaci­ones adicionale­s por el lucro cesante debido a la rescisión anticipada de los contratos. La otra posibilida­d es que a las compañías se les impute alguna responsabi­lidad en lo ocurrido, de modo que a las RPA se les deberían descontar los importes de las sanciones derivadas de su actuación.

Estos días es actualidad un ejemplo similar, el de TP Ferro, la concesiona­ria del tramo ferroviari­o de alta velocidad internacio­nal entre Figueres y Perpiñán, acusada por los gobiernos español y francés de haber incumplido el contrato, un conflicto que tiene toda la pinta de acabar en los tribunales arbitrales.

TERRENOS MÁS CAROS La adquisició­n de los terrenos costó casi seis veces más de lo previsto inicialmen­te LA COMPENSACI­ÓN FINAL La patronal reclamará 5.700 millones, el Ejecutivo prevé menos de 2.000 millones

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DANI DUCH / ARCHIVO La M-12, autopista de acceso al aeropuerto de Madrid-Barajas, es una de las ocho concesione­s en quiebra

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