La Vanguardia

LA CASA DE ROQUE GUINART

Lisa McInerney, autora de ‘Los pecados gloriosos’

- NÚRIA ESCUR Barcelona

El cuarto centenario cervantino no ha servido para restaurar la masía de Perot lo Lladre en Oristà.

El blog de Lisa llegó a ser tan famoso que un editor la animó a escribir un libro. Lo había empezado siendo un madre joven enfadada con el destino. Elaboró Los pecados

gloriosos (AdN) y con él ya se ha llevado, de momento, el Premio Baileys 2016 de literatura femenina y el Desmond Elliot, a la mejor primera novela del año. “En la época de mi blog se hablaba del resurgir económico de Irlanda, de El Tigre Celta, de la mejora, y yo quería dejar claro que, muy lejos de ese optimismo, existían barrios marginales, gente como yo, que vivíamos de manera mucho más precaria y hacerlo en clave de humor”, recuerda Lisa McInerney (Galway, 1981), una irlandesa –cómo no– pelirroja y pecosa, de talento rompedor. “Mi marido es guitarrist­a, está por casa, así que le pillo por el pasillo y le leo lo que escribo a ver qué opina. ¡No sé qué haría sin él!”.

Su novela es truculenta. Uno lo encuentra todo: asesinatos, droga, prostituci­ón, cárcel, alcoholism­o. ¿Esa es la Irlanda actual o la del siglo pasado?

Todavía tenemos todo eso en las periferias. Mis personajes son

outsiders de barrio y esos están en todas las grandes ciudades.

De todos esos “pecados” que usted cita ¿cuál sigue siendo imperdonab­le en Irlanda?

El aborto, ese es el pecado más grave. En mi país aún es ilegal. De hecho uno de mis personajes tiene que ir al Reino Unido para ello.

¿No comporta una gran hipocresía social que inmersos en profundas raíces católicas se hayan destapado tantos casos de muertes por abortos clandestin­os sin garantías?

Es escandalos­o, ciertament­e. Mucha gente joven tiene ganas de irse lejos, salir del país, empezar de cero. El “qué dirán” es terrible. Hay una gran dicotomía entre la clase política irlandesa y el pueblo, que lógicament­e se cabrea.

Sus personajes son muy duros y muy tiernos a la vez. Georgie ejerce de prostituta con un escapulari­o colgando del armario...

Me gusta remarcar eso: que todo ser humano está hecho de dos, es capaz de lo más terrible y de lo más generoso, que el ser más marginal del planeta es capaz de amar, de sentir, de hacer cosas buenas. No lo olviden nunca.

No le cuesta ponerse en la piel de personajes masculinos pero se nota que le molesta cómo los interpreta el mundo.

Totalmente. Porque no es que hombres y mujeres seamos tan distintos, es que el mundo nos trata distinto. Nos interpreta distinto, nos juzga distinto.

Quienes leían su mordaz blog tal vez la busquen ahora.

Primero creí que solamente me leería gente muy joven a la que le gustara la ficción transgreso­ra. Pero hace un año empecé a encontrarm­e con señoras más mayores que compraban la novela –no me lo imaginaba– que me decían “¡muy bien, chica, bravo! también nos gustan las historias más áridas, más duras”. Fue fantástico.

¿No le da miedo tanto éxito?

¡Pavor! Me siento confusa. Por un lado este empujón, los premios, resulta agradable, me siento como en un sueño. Pero he visto muchos escritores que, tras un primer éxito han caído en picado... se han visto mediatizad­os o influidos por la presión crítica. O se lo han creído demasiado. No, no quiero.

Le preguntarí­a por el Brexit pero no sé si le aburre el tema.

¡Oh, es que me sabe mal! ¡Es terrible lo que ha ocurrido! Yo estoy en contra del Brexit, soy europeísta. A los irlandeses nos afecta mucho. Es triste ver que volveremos a tener una frontera clara entre la república irlandesa e Irlanda del Norte. Traerá problemas, seguro. Es alarmante, me da miedo, me deprime. Europa era un hermosos proyecto de paz que están destrozand­o.

¿Le parecen lícitas las ambiciones nacionalis­tas que surgen en el mundo?

Creo que si un país quiere independiz­arse, tras consultar a su pueblo, ¡adelante! Una independen­cia que no les obligue a renunciar a Europa. Nosotros ya llevamos cien años de independen­cia que han sido muy duros, por cierto, bajo gobiernos conservado­res.

¿Existe algún rasgo común entre los escritores de novela irlandesa?

Sí, somos pocos y nos conocemos todos. Formamos una comunidad con muy buen ambiente donde los escritores veteranos nos ayudan a los noveles, donde viajamos juntos. Pero tocamos temas muy variados y hay novelas muy lentas...

Ese humor triste e irreverent­e inunda el libro. ¿Qué escena ha escandaliz­ado más a sus vecinos?

Bueno, a los más cercanos no, esos entienden perfectame­nte este mundo. Pero a mí la escena que más me costó construir, porque me parece la más dura, es aquella donde Tara “viola” al chico joven, a Ryan, mientras este duerme.

¿Qué diferencia ha aplicado entre la educación que da a su hija y la que recibió usted?

La laicidad liberadora. Yo me crié con mis abuelos, personas muy conservado­ras con las que acudía a misa cada domingo. Años noventa, escuela de monjas. En la vida de mi hija no hay religión. No recibe clases de doctrina, no acude a liturgias, la mantengo lejos de todo eso... En la Irlanda de los últimos veinte años la gente se está apartando de manera masiva de la Iglesia. Ellos han perdido credibilid­ad, hay un cambio brutal.

¿Tanto dolor les ha infligido la Iglesia, tanto sentimient­o de culpabilid­ad han heredado?

¿Cómo vamos a confiar en esa institució­n después del escándalo que explotó en los años ochenta de miles de abusos sexuales a niños? Eso minó la autoridad moral de la Iglesia. ¿Cómo vamos a creernos nada que venga de ellos después del caso del Asilo de las Magdalenas?

¿No se cerraron ya todas esas institucio­nes?

Hasta los años noventa no se cerró la última. Allí ocurrían cosas horrendas: hijos de madres solteras arrancados de sus brazos, adolescent­es que acababan de dar a luz y las metían a trabajar en las llamadas “lavandería­s” como verdaderas esclavas... De ahí que la gente haya empezado a distanciar­se, por fin, de algo que durante años ha hecho mucho daño.

FUERA DE IRLANDA “Mucha gente joven tiene ganas de irse lejos, salir de mi país, empezar de cero”

EL DESCRÉDITO DE LA IGLESIA “¿Cómo vamos a confiar en la Iglesia tras el escándalo de abusos sexuales a niños?”

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DAVID AIROB Lisa McInerney ha dibujado una versión mordaz y conmovedor­a de cierta juventud irlandesa actual

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