La Vanguardia

Negra y Criminal

- JOAN DE SAGARRA

Mi amigo Paco Camarasa me ha hecho llegar un ejemplar de su último libro: Sangre en los estantes. Un repaso singular del género negrocrimi­nal de la mano de un librero (Ediciones Destino). Paco Camarasa “es conocido principalm­ente –leo en la solapa– por ser el mayor divulgador de novela negra de España. Desde que en el 2002 fundara, junto a Montse Clavé, la recienteme­nte desapareci­da librería Negra y Criminal de Barcelona, ha tenido un papel fundamenta­l en el boom del noir en nuestro país, principalm­ente como comisario del festival BCNegre”.

Ha transcurri­do un año ya desde que cerró Negra y Criminal, la librería de Paco y Montse en el número 5 de la calle de la Sal, en la Barcelonet­a. “La calle de la Sal”, escribe Paco en su libro, “desemboca en la calle Ginebra, aunque hubiéramos preferido que el nombre fuera Ron. Es más marinero. Pero enfrente está un restaurant­e con un nombre apropiado: el Cheriff”. Echo en falta esa librería, la simpatía y la generosida­d de Paco y Montse. La verdad es que lo pasé muy bien en ella, discutiend­o sobre la novela negra y bebiendo coñac, ginebra, ron y whisky, según el autor que nos había tocado en suerte. El libro de Paco habla de esos autores, y de otros para mí desconocid­os, pero lo que más me atrae de él es que me devuelve la librería, se vuelven a abrir las puertas de Negra y Criminal, contándome un montón de anécdotas, en algunas de las cuales aparezco yo, como cuando presentamo­s una edición andorrana de Total Khéops , la novela del marsellés Jean-Claude Izzo. Hablando de esa novela, Paco escribe en su libro: “Total Khéops es, después de Manual práctico de cocina Negra y Criminal (de Montse Clavé), el libro que más hemos vendido en la librería. Más de 1.500 ejemplares”. Y añade: “Es un orgullo haber transmitid­o a otros lectores un autor que otro lector, Joan de Sagarra, nos descubrió a nosotros. Si tuviera que recomendar un solo libro de novela netorial gra (no confundir con novela policial), sería sin duda Total Khéops”.

Primero apareció el detective privado Pepe Carvalho, un mirón outsider que contempla la sociedad barcelones­a de su tiempo. Eso ocurría en 1974 con Tatuaje, la novela de Manolo Vázquez Montalbán (aunque Carvalho ya estaba presente en un libro anterior de Manolo: Yo maté a Kennedy). Veinte años más tarde, en 1994, Andrea Camilleri, en un claro homenaje a Manolo y a su criatura, se inventaba el comisario Salvo Montalbano, un poli siciliano (La forma dell’aqua, edi- Selerio). Y al año siguiente, en Marsella, surgía otro poli muy especial, Fabio Montale (otro explícito, confeso homenaje a Manolo y a su criatura), “un flic nonchalant et gastronome, perdu dans les quartiers nord de la ville”, como reza en la contraport­ada de Total Khéops (Gallimard), la novela de Jean-Claude Izzo.

Izzo era hijo de padre italiano y madre española, redactor del diario La Marsellais­e y militante del partido comunista francés. Su criatura, Fabio Montale, aparece en Total Khéops y en un par de novelas más, Chourmo (1996) y Solea (1998). Dos años más tarde, el 26 de enero de 2000, Jean-Claude Izzo fallecía de un cáncer de pulmón en su Marsella natal. Total Khéops se la regalé a Manolo el año que apareció publicada en Gallimard. “Te va a gustar”, le dije a mi amigo y colega, que desconocía la existencia de Izzo y de su criatura. Y tanto que le gustó. En las tres novelas de la serie Montale, Izzo introduce una nota previa en la que nos dice que la historia que vamos a leer es totalmente inventada, a excepción de hechos reales, públicos, de los que los periódicos se han hecho eco. Así pues, nada tiene de extraño que en la novela Solea aparezcan los juristas Baltasar Garzón y Carlos Jiménez Villarejo, que Chourmo esté dedicada a la memoria de Ibrahim Ali, “abattu le 24 fevrier de 1995 dans les quartiers nord de Marseille par des colleurs d’affiches du Front National”, y que Total Khéops (khéops puede traducirse por follón) encontremo­s a algunas ilustres personalid­ades de la mafia marsellesa.

Fabio Montale es un rital como Izzo. Antifascis­ta visceral y, encima, no es corrupto, lo cual, entre la policía marsellesa, no es moneda corriente. Montale vive solo en Les Goudes, un pequeño puerto a las afueras de Marsella. Habita un cabanon de dos piezas, construido sobre las rocas, junto al mar. Tiene una barquita en la que, de noche, sale a pescar doradas. Pero, en Marsella, una daurade es también una belle fille. Guapas mozas, españolas, argelinas, antillanas que Montale se liga, cuando no se lo ligan a él. Fabio Montale suele tomarse el pastis en el Bar des Maraîchers, el bar de su amigo Hassan, donde se escuchan las canciones de Léo Ferré: “Je sens que nous arrivent / des trains pleins de brownings, / de beretas et de fleurs noires / et de fleuristes préparant des bains de sang / pour actualité colortélé…”.

Fabio Montale sabe cocinar una buena bullabesa al igual que una humilde sopa au piston a la sombra de un pino. Y descorcha botellas de vino blanco de Cassis, un Clos Boudard del 91, o de Bandol, mientras lee a sus poetas marsellese­s, hoy olvidados: Emile Sicard, Toursky, Gérarld Neveu, Gabriel Audisio, y Louis Braquier, su preferido (devoción que comparto). ¡Cómo no iban a gustarle estas novelas de Izzo a Manolo Vázquez Montalbán!

De Manolo, de Izzo, de Camilleri y de muchos otros autores nos habla Paco Camarasa en su libro.

Lo pasé muy bien en esta librería, discutiend­o sobre la novela negra y bebiendo coñac, ginebra, ron y whisky

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ÀLEX GARCIA Paco Camarasa, el día que cerró su librería, en la calle de la Sal de la Barcelonet­a
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