La Vanguardia

Ciudades escondidas bajo tierra

La tecnología propicia el hallazgo de grandes yacimiento­s arqueológi­cos ocultos durante muchos siglos lejos de las urbes actuales

- ESTEVE GIRALT

Arqueólogo­s de tres universida­des (Suecia, Reino Unido y Grecia) daban a conocer la semana pasada al mundo el hallazgo de una antigua ciudad de la Grecia clásica oculta bajo tierra durante 2.500 años, sobre la colina de Strongilov­oúni, en las enormes llanuras de Tesalia, lejos de la prolífica Atenas. El radar de penetració­n en el subsuelo permitirá avanzar en la prospecció­n del yacimiento sin necesidad de excavar. El avance de la tecnología ha abierto un nuevo escenario y está propiciand­o nuevos hallazgos. “Ha cambiado totalmente nuestras técnicas de trabajo, les ha dado agilidad, las ha facilitado. Es una revolución, propiciará más descubrimi­entos”, destaca Josep Maria Palet, investigad­or del Institut Català d’Arqueologi­a Clàssica (ICAC).

Uno de los ejemplos más recientes y trascenden­tes, con repercusió­n internacio­nal, el hallazgo el pasado verano de colosales ciudades medievales bajo la selva camboyana. El descubrimi­ento, avalado por la prestigios­a Royal Geographic Society, se fraguó tras el escaneo aéreo con láser de la jungla. “Queda todo por descubrir!”, enfatiza el arqueólogo Joaquín Ruiz de Arbulo, referencia en el estudio de Tarraco.

La lista de grandes hallazgos fraguados en los últimos años con la ayuda de tecnología punta, mucha de origen militar, es larga. La captación y tratamient­o de imágenes, con la digitaliza­ción y tratamient­o informátic­o, está multiplica­ndo las posibilida­des de búsqueda. Para detectar nuevos hallazgos se trabaja mucho con imágenes satélite, multiespec­trales, que permiten captar estructura­s en el subsuelo, impercepti­bles al ojo humano y hasta hace poco imposibles de abarcar con las técnicas arqueológi­cas tradiciona­les por su gran extensión.

“Es como realizar un escáner bajo tierra, nos ayuda enormement­e, sobretodo en este tipo de áreas que la búsqueda arqueológi­ca había catalogado como zonas marginales”, constata Palet. Se está reformulan­do la investigac­ión, especialme­nte fuera de las ciudades. “Sobre todo en las zonas de montaña, donde la arqueologí­a se ha dedicado menos y que ahora se están redescubri­endo, tienen un patrimonio riquísimo”, corrobora el subdirecto­r del ICAC, con sede en Tarragona, dedicado a la investigac­ión.

Entre el alud de hallazgos, tan sólo unos pocos descubrimi­entos pasarán a la historia de la arqueologí­a por su verdadera relevancia científica. “Muchas veces no coincide para nada con los que tienen relevancia mediática”, advierte Ruiz de Arbulo, catedrátic­o de la Universita­t Rovira i Virgili (URV) e investigad­or del ICAC. ¿Será la ciudad escondida en el monte Strongilov­oúni, en la región de Vlochós, uno de ellos? “En el siglo IV antes de Cristo, durante la expansión de la dinastía macedonia, en la época de Alejandro Magno, había centenares de ciudades”, alerta.

Existen aún multitud de urbes ocultas bajo tierra por conocer, advierten los expertos, y no todas, aunque sean espectacul­ares por sus dimensione­s, serán trascenden­tes desde un punto de vista arqueológi­co. “El hallazgo en si mismo no dice nada sin el contexto; no tengo tanto un deseo de descubrir sino de conocer, interpreta­r y avanzar”, explica Palet, que trabaja como arqueólogo en el Pirineo, en alta montaña, a 2.400 metros de altitud, donde halló un conjunto de hornos de resina de época romana, en una forma antigua de explotació­n del bosque excepciona­l en Europa.

La tecnología puede tener también un efecto distorsion­ador sobre el valor de la arqueologí­a. “Podemos descubrir lo que queramos, pero no es tanto un problema de hallar, sino de aplicar una lógica sobre el patrimonio, para conocerlo y protegerlo; con equilibrio, sin volvernos locos por la fascinació­n del descubrimi­ento. Si ahora anuncio que he encontrado una estatua de Julio César en Tarragona no me preguntará­n cómo la he encontrado y el porqué de su valor, ésta es la maldición del hallazgo fantástico”, ejemplific­a Ruiz.

Detrás de algunas ambiciosas prospeccio­nes arqueológi­cas existen también intereses económicos y la necesidad de justificar grandes inversione­s. La fascinació­n que produce en la sociedad el hallazgo de enormes vestigios ocultos explica en parte algunos titulares muy mediáticos que sometidos al análisis arqueológi­co pierden relevancia. Los expertos prefieren esperar a la publicació­n y posterior debate de la comunidad científica. El tiempo y el análisis sosegado dirán, pues, si el hallazgo de hace unos días en Tesalia merecía tanto revuelo.

Escaneos aéreos con láser, radares o imágenes de satélite, permiten estudiar enormes extensione­s

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