“La serie es la mirada light a un fenómeno complejo”
Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín
El matemático Sergio Fajardo, nacido en Medellín en 1956, encabezó junto con el escritor Alonso Salazar el movimiento Compromiso Ciudadano, que irrumpió en la política de Medellín en el año 2000 y rompió las estructuras clientelares del poder en una ciudad que aún se resentía de la violencia atroz de la década anterior.
Alcalde entre el 2003 y el 2007 (Salazar lo sustituiría), Fajardo puso en marcha los elogiados proyectos de urbanización en barrios periféricos, elementos clave para la transformación de Medellín. Será, con toda seguridad, candidato en las elecciones presidenciales del 2018.
Usted calificó a Narcos en The New York Times de “versión light de una realidad profundamente compleja”. Pero toda serie de televisión o película tiene que simplificar, ¿no?
Entiendo perfectamente la simplificación. Y no tengo ningún problema con que lo que ha ocurrido en la ciudad sea objeto de múltiples miradas. Tenemos a Penélope Cruz y Javier Bardem en el proyecto de una película sobre lo mismo y esto por supuesto no es un problema.
¿Cuál es el problema?
En una serie como Narcos, con la divulgación y los elementos de documental que tiene, queda implícita la idea de que es la historia verídica, la historia oficial. Y esto es lo que yo considero controvertido. Porque no fue así... Creo que es una mirada light sobre una sociedad profundamente compleja. Es una trivialización.
¿ Cree que la serie cae en el tópico de crear héroes americanos en países exóticos?
Sí. Es una serie hecha con ese espíritu, una mirada tipo Hollywood. Los dos héroes son agentes de la DEA. Los colombianos se presentan de manera trivializada. Entre ellos, el presidente (César Gaviria) que tenía que tomar decisiones muy complejas para Colombia, pero queda presentado en la serie como poco menos que un estúpido, sin personalidad. Es injusto no sólo para él sino para todas las personas que se enfrentaron al narcotráfico.
Se está generando una industria turística en torno a la serie. ¿Qué le parece?
Es mortificante que haya esos
tours de Pablo Escobar. Porque él es un símbolo profundo de la destrucción de una sociedad que ha sido estremecida por la violencia y las décadas del narcotráfico. Presentar esto de manera idealizada sin mostrar la barbarie no ayuda. Nos duele porque tenemos un largo camino por recorrer. Las heridas todavía son profundas. En estos momentos estamos intentando alcanzar un acuerdo de paz para cerrar 50 años de violencia con las guerrillas de las FARC. Es que hay un montón de violencias que se entrecruzan en la sociedad colombiana.
¿Cómo se hizo la transformación de Medellín?
Nuestro programa político tenía dos componentes básicos: la lucha contra la desigualdad –el origen de muchas de las causas de la violencia– y contra la cultura de la ilegalidad. Empezamos en el 2000 a cambiar la ciudad. Fuimos ocupando los espacios, rompiendo con el clientelismo. La arquitectura es una herramienta política para la transformación.
¿Qué papel tuvo la cultura en un sentido más amplio?
Muy grande. Porque nos enfrentamos a la cultura narco, lo que llamamos la cultura traqueteo. El dinero fácil, la riqueza instantánea. Esos coches gigantescos, la mujer más hermosa. La cultura que quiere hacer ostentación de la riqueza. Nosotros negamos eso y apostamos por intervenciones públicas, parques, bibliotecas, el parque de la ciencia. La cultura...
¿Barcelona fue un referente?
Sí. Muchas de estas intervenciones urbanísticas tienen una inspiración muy grande en lo que se hizo en Barcelona por puesto en condiciones muy distintas. El proyecto urbano lo lideró Alejandro Echeverri que había estado en la escuela de arquitectura de Barcelona. No fue la primera vez. En 1955 se hizo aquí en Medellín un plan de ordenación territorial y sus autores eran Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener.
CRIMEN Y CAMBIO “La arquitectura es una herramienta política para la transformación”