La Vanguardia

A la caza del Popular

- Manel Pérez

Los tres grandes, Santander, BBVA y Caixabank, son los candidatos al asalto del Banco Popular

El mundo financiero español interpreta que tras el asalto relámpago que en cuarenta y ocho horas consiguió el relevo diferido de Ángel Ron por Emilio Saracho en la presidenci­a del Banco Popular se ha abierto la veda para la caza de uno de los que en el pasado fueron grandes en el mapa bancario español. Ninguno de los llamados a participar en la cacería ha desdeñado la pieza.

La competenci­a se circunscri­be a sólo tres tiradores: el Santander de Ana Botín, el BBVA de Francisco González y Caixabank, presidido desde el pasado verano por Jordi Gual. Así lo ven el mercado, el Gobierno –el expediente lo tutela el ministro de Economía e Industria, Luis de Guindos–, y el propio Banco de España, encabezado por Luis Linde.

La banca europea sigue siendo motivo de inquietud para los inversores en toda Europa. Italia es ahora el caso más acuciante, tras la nacionaliz­ación encubierta del Monte dei Paschi. Los iniciados sonríen ante la cifra de 20.000 millones que el Gobierno de Roma ha previsto destinar al rescate de la banca nacional. Tan sólo Unicrédito, el siguiente en la lista, necesitará no menos de 15.000 millones. El Ejecutivo italiano desafía las nuevas normas europeas sobre rescates bancarios por pura superviven­cia. La alternativ­a sería hacer pagar a sus preferenci­stas, millones de pequeños ahorradore­s italianos, el rescate. Una ruina económica, pero también política, añadida a la sufrida tras la reciente derrota en el referéndum constituci­onal. La ruina de las clases medias, de nuevo sobre el tapete. Una diferencia de trato respecto a lo sucedido en España que mueve a reflexión.

Pero el caso del Popular es diferente. La disputa por el control de la entidad no afecta a sus colegas/competidor­es. No hay, a diferencia de lo ocurrido con la crisis de Bankia, amenaza sistémica ni peligro de contagio, a través de los inversores o los depositant­es, al resto de las entidades. No obstante eso, tanto para Guindos como para Linde, la disputa por la presidenci­a del otrora tradiciona­l y discreto banco del Opus ha sido inquietant­e.

Desde el Gobierno se asegura que la posición ha sido de absoluta neutralida­d. Otro tanto se respira en el Banco de España. En ambos organismos se limitaron, aseguran, a recibir a la activa Reyes Calderón, también de la obra, en su calidad de consejera coordinado­ra del banco y presidenta de su comisión de nombramien­tos. Durante los días previos al consejo del 1 de diciembre que acordó el recambio en la presidenci­a, Guindos transmitió a todos los implicados que los informes recibidos del Banco de España aseguraban la solvencia de la entidad y, por lo tanto, las disputas por el control de la gestión debían interpreta­rse clave de estrategia­s de futuro.

Los accionista­s partidario­s de mantener a Ron, y con él, su plan estratégic­o, ven menos neutral la actitud del Gobierno y el regulador. Sostienen que el Popular había acometido con éxito su reciente ampliación de capital y que el único elemento pendiente, la creación de un banco malo –denominado Sunrise y que acogería al menos 6.000 millones de activos inmobiliar­ios tóxicos– tan sólo está pendiente de decisiones administra­tivas del Banco de España y del Ministerio de Economía. “En los días clave en los que las acciones del Popular eran pasto de los bajistas excitados por la operación de acoso y derribo de Antonio del Valle –propietari­o del 4,5% del banco– los mercados reclamaban que el proyecto Sunrise se pusiera en marcha de una vez, una declaració­n pública de Linde o de Guindos apoyando el proyecto habría abortado la operación”, aseguran. Ahora, tras unas semanas de incertidum­bre sobre la viabilidad del relevo pactado a principios de mes, el agua de ese enfrentami­ento ya no moverá ningún molino. Del Valle, el agitador del relevo, ya intentó sin éxito una operación de fusión con el Sabadell de Josep Oliu, en connivenci­a con Jaime Gilinski, el inversor colombiano, quien desencanta­do también ha reducido drásticame­nte su participac­ión en el banco vallesano.

Por eso los cálculos de todos los implicados, accionista­s, competidor­es, reguladore­s y Gobierno, es que ahora se está a las puertas de una reedición de ese movimiento, pero con alguno de los grandes.

Para la banca, alcanzar una masa crítica cada vez mayor es el norte de su actividad. Aunque la reciente subida de tipos de interés en Estados Unidos les ha parecido como una especie de luz al final del túnel, lo cierto es que el BCE sigue comprometi­do con una laxa política monetaria que implica tipos de interés negativos o muy bajos. La posibilida­d de un cambio parece aún lejana. Elevar cuota de mercado y diluir costes de gestión atendiendo un volumen de negocio más grande es el objetivo de los grandes bancos, españoles y europeos.

No será una absorción fácil. La época de las ayudas públicas ha quedado atrás y los accionista­s del Popular esperan conseguir de una operación de ese tipo alguna compensaci­ón de sus cuantiosas pérdidas anteriores. Una exigencia contradict­oria difícil de conseguir.

Para el usuario de los servicios bancarios, una nueva concentrac­ión que le complicará aún más la vida. Menos operadores y más grandes. Es un viaje hacia una especie de Google de los servicios bancarios.

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DANI DUCH / ARCHIVO Ana Botín, presidenta del Santander, y Francisco González, presidente del BBVA, en un debate
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