George Michael, la fragilidad fatal de una estrella del pop
1963-2016: Otro músico demasiado joven para morir
una profunda depresión, el consumo de drogas y prolongados periodos de alcoholismo que supusieron reiteradas visitas a centros de rehabilitación.
También elemento característico de su intensa biografía fueron sus frecuentes y muy aireados encontronazos con la ley, entre ellos su muy publicitada detención en unos urinarios públicos de Los Ángeles en 1998, por “actos indecentes” en las instalaciones. Michael aseguraría: “Me tendieron una trampa porque empezó como un juego de uno que yo no sabía que era policía, y cuando empezó el juego de ‘yo te la enseño y tú me la enseñas’, me detuvo”. El episodio, en cualquier caso, precipitó el reconocimiento público de su homosexualidad y su relación con Kenny Goss (el incidente le dio tema para la canción Outside que publicó ese mismo año, trivializando el arresto y deviniendo pequeño hit).
Los desencuentros con la autoridad y la ley prosiguieron de manera intermitente en los años posteriores, cuando fue detenido por consumo de drogas, insultar a los agentes de la autoridad o conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas. Sus recaídas o, en tiempos más recientes, su estado de salud, frágil tras tantos excesos, levantaron preocupación. En unos lavabos públicos de Hamplargo de su carrera en las listas británicas o los más de cien millones de álbumes que vendió a lo largo de una carrera de cuatro décadas, que a nivel discográfico había tenido su último capítulo en el 2014 con el álbum Symphonica, al que acompañó una amplia y selectiva gira que le acercó a algunos escenarios clásicos hasta hacía poco insospechados para él.
Tras su reinado en los ochenta, los años noventa fueron decisivos en su carrera personal y, por extensión, profesional. El mayor punto de involución aconteció durante los conciertos de Rock in Rio en 1991, donde trabó conocimiento con un joven brasileño y junto al cual decidió hacer público en su círculo privado su condición homosexual. En una entrevista publicada años después, mil veces citada por su claridad y sinceridad, el otrora ídolo de adolescentes lo dejaba claro: “Mientras vivía mi madre no pude declararme públicamente gay porque ella no lo hubiese aceptado. Cuando murió de cáncer en 1996 ya no me importaba que se supiese, además la actitud pública de cara a la homosexualidad había cambiado mucho a mitad de la década de los 90”. Pero un poco antes del fallecimiento de su progenitora, en 1993 ya había muerto el citado joven brasileño que había conocido en Río, y ambos hechos precipitaron su caída en “muerto en paz”, mientras que su mánager, Michael Lippman, confirmó que Michael falleció a consecuencia de un ataque al corazón estando en la cama.
George Michael es responsable de un buen puñado de gloriosas canciones y, también, de una entrega escénica de perfiles legendarios. Tanto como miembro del dúo Wham!, formado con su compañero de escuela Andrew Ridgeley, como solista de espectacular e intermitente éxito. Michael devino estrella indiscutible de la música pop durante decenios. Hijo de grecochipriota e inglesa, Michael –en realidad Georgios Kyriacos Panayiotou– tenía previsto acelerar su actividad profesional en el 2017 con el estreno de un documental y, se rumoreaba insistentemente, un nuevo álbum y su consiguiente gira.
En cualquier caso, deja tras de sí un muy atractivo legado artístico. Una tónica que arrancó muy pronto cuando saltó a la fama como el cincuenta por ciento de los citados Wham!, donde alcanzó el primer estrellato con bombazos como
Club Tropicana o Last Christmas, y que continuó con un aún más exitoso periplo en solitario, con auténticos himnos del nivel de Careless
whisper, Faith, Outside o Freedom! 90. Un eco popular que se tradujo en espectaculares cifras como los once números 1 que alcanzó a lo Más allá de los lugares comunes sobre este 2016 como un año especialmente luctuoso en términos de obituarios musicales, la muerte de un artista como George Michael es un desgraciado colofón –de momento, dirían los agoreros, el año aún no se ha acabado– de una temporada preocupantemente letal para la excelencia y, también, la genialidad musicales. Bowie, Prince, Cohen, Michael...
Porque más allá de la indiscutible trascendencia de Michael (Londres, 1963) en una dimensión estrictamente musical y artística, su figura tiene unos contornos icónicos y mediáticos que le convierten en todo un personaje muy a menudo inmerso en los ecos de sociedad y hasta la crónica de sucesos. Sintomáticamente, en las primeras informaciones que a primera hora del domingo hablaban de su óbito, incluido el comunicado oficial procedente de su entorno más cercano, se remarcaba que había fallecido plácidamente. Concretamente, el cantante murió en su casa de Goring-on-Thames, en el condado de Oxfordshire, en plena campiña inglesa, en su cama y “en circunstancias no sospechosas”, según la policía, que fue llamada a la residencia campestre. Su responsable de comunicación recalcó que había