Barcelona invierte para llevar turistas lejos del centro
Crecen las actuaciones en la periferia, pero la saturación de algunas zonas no halla aún solución
Los intentos del actual gobierno municipal de Barcelona por reducir el impacto del turismo de masas en algunos puntos de la ciudad difícilmente evitarán que más de 100 millones de personas transiten por la Rambla cada año, que centenares de guiris guarden cola cada día en la parada del Bus Turístic de la plaza Catalunya, que la Sagrada Família siga siendo el monumento más visitado de España o que algunas de las calles de barrios como el Gòtic, el Raval, la Barceloneta y zonas del Eixample se conviertan en ruidosas pasarelas de gentes procedentes de todos los rincones del planeta que han elegido la capital catalana como destino de sus vacaciones. Sin embargo, en algunos barrios excéntricos de la ciudad ver a un turista ha dejado de ser ya una rareza.
Siguiendo y alargando una línea que ya trazaron anteriores gobiervidad, nos municipales, el Ayuntamiento, por un lado, y el consorcio públicoprivado Turisme de Barcelona y la Diputación, por el otro, están intensificando unas actuaciones que, en todos los casos, van en la misma dirección, que el beneficio del turismo llegue a lugares insospechados no hace mucho tiempo. Aunque a juzgar por lo sucedido este año –una vez más se han batido todos los récords de visitantes– invertir la tendencia hasta cierto punto natural a la saturación de aquellos destinos imprescindibles no será fácil. No han bastado medidas como la congelación de licencias de establecimientos turísticos, que pueden tener en el mejor de los casos un efecto directo sobre la evolución de las políticas de vivienda, por ejemplo, pero que difícilmente lo tendrán sobre las cifras (en base a registros reales o a estimaciones) de turistas de la ciudad y sobre el impacto a pie de calle.
La gestión de los ingresos que Barcelona recibe de la recaudación del impuesto de la Generalitat sobre estancias en establecimientos turísticos es, además de un mecanismo de compensación para los barrios más saturados por esta acti- un instrumento de descentralización. “Queremos que haya un retorno social de la tasa porque mejora el espacio público en zonas de gran afluencia, pero también ayuda a poner en valor y difundir otros espacios de la ciudad, a descentralizar el turismo en Barcelona”, explica el concejal de Turismo, Agustí Colom.
“Las cifras de afluencia turística –añade Colom– muestran la gran capacidad de atracción de la ciudad, al tiempo que revela la dimensión del impacto del turismo sobre el territorio y las posibles tensiones con los vecinos y vecinas que habitan en las zonas de mayor afluencia. El objetivo es limitar el impacto negativo, gobernar el turismo, que es un gran activo para Barcelona, y alinearlo con los intereses de la ciudad, haciéndolo sostenible”.
Con el dinero procedente del impuesto turístico, el Ayuntamiento ha puesto en marcha, o lo hará en breve, más de 50 proyectos distintos, que suman un presupuesto de más de 3,4 millones de euros. A ellos hay que sumar otros 1,76 millones repartidos en ocho proyectos a partir de un acuerdo de asignación extraordinaria de fondos pactada por la Generalitat y el Consistorio de Barcelona, así como las dos iniciativas aprobadas muy recientemente para destinar también una parte de los recursos obtenidos por la vía tributaria a financiar iniciativas culturales, como la programación de espectáculos en el teatro Grec de Montjuïc el mes de agosto y la restauración del monasterio de Pedralbes.
En definitiva, puede afirmarse que, con el impuesto turístico, se
MOTOR DESCENTRALIZADOR El dinero del impuesto sobre estancias turísticas sirve para reforzar esta apuesta COMPENSACIONES A LOS BARRIOS Este año se han aprobado más de 50 actuaciones financiadas con este tributo
han financiado a lo largo de este año proyectos hasta cierto punto descentralizadores de esta actividad valorados en más de dos millones de euros. En el cómputo figuran actuaciones de bastante envergadura, como la rehabilitación de la Casa de l’Aigua en Trinitat Nova (185.000 euros), el plan de ordenación turística del Turó de la Rovira (109.200 euros) o la campaña de comunicación y promoción turística de los barrios de Barcelona (300.000 euros), y otras de presupuesto mucho más modesto, como el proyecto de visitas guiadas por Sants, Hostafrancs y la Bordeta (2.973 euros), la mejora de la accesibilidad al refugio antiaéreo de la plaza del Diamant en Gràcia (9.934,10 euros) o la exposición de los restos arqueológicos hallados en la Sagrera (18.150), por citar solo algunos ejemplos.
Otra línea de actuación en la vía de la descentralización es la que lleva a cabo Turisme de Barcelona. El consorcio promociona y comercializa cada vez más productos en distritos de la ciudad que hasta ahora habían quedado al margen del fenómeno turístico, pero sobre todo, en colaboración con la Diputación, trata de aprovechar la potencia de la marca Barcelona en beneficio del resto de una provincia que cuenta con atractivos tan diversos como las montañas de Montserrat y el Montseny, el enoturismo del Penedès, el valor patrimonial histórico y arquitectónico de las antiguas colomasificación nias industriales o las playas del Maresme o el Garraf.
En el municipio de Barcelona, bajo el paraguas del consorcio que dirige el exteniente de alcalde socialista y exconseller de la Generalitat Jordi William Carnes, hay una oferta de 179 propuestas. Cierto es que más de la mitad se localizan en los dos distritos turísticos por excelencia, Ciutat Vella y el Eixample, pero también lo es que la programación llega ya a los diez distritos de Barcelona.
Sin embargo, una de las principales apuestas estratégicas de Turisme de Barcelona, y de ahí su alianza con la Diputación en los últimos tres años, es la promoción de atractivos que trascienden las fronteras del municipio y del área metropolitana. En cierto modo se trata de invertir una tendencia que está en el origen de algunos de los males de que aquejan al turismo barcelonés. Sabido es que la saturación de algunos barrios de la ciudad es consecuencia no sólo de la gran presencia de visitantes que se alojan en la propia ciudad sino también de los llamados excursionistas, turistas de un día o de unas horas que no pueden prescindir de la visita contra reloj a tres, cuatro, a lo sumo cinco puntos de interés de la capital catalana. El programa
Barcelona és molt més viaja en el sentido opuesto, de la capital hacia su entorno (incluso fuera de la provincia), con propuestas tan diversas como una salida en globo por la comarca de Osona, ofertas de enoturismo en el Penedès o el Priorat o termalismo en Caldes d’Estrac.
El presidente de Turisme de Barcelona, Joan Gaspart, explica que el consorcio está trabajando en “la descentralización y la desconcentración” a partir de esta colaboración con la Diputación. “En este momento, el 25% de nuestra oferta es de productos en las comarcas. Si sumamos este objetivo con el elevado grado de repetición de los turistas en la ciudad (más de la mitad regresan por segunda, tercera o cuarta vez), es fácil imaginar que esta estrategia seguirá avanzando y, de hecho, nos hemos marcado para el 2017 superar este 25% ampliamente”. Asimismo, Miquel Forns, diputado de Turismo de la Diputación de Barcelona, señala que, desde esta institución, “entendemos que el potencial enorme que tiene la marca Barcelona puede ser muy beneficioso para el territorio, que a su vez puede aportar activos como la montaña, los Pirineos o el enoturismo a una gran diversidad de mercados”. “Nuestro objetivo –añade el diputado– es promocionar todos los activos turísticos del territorio colaborando con Barcelona como marca reconocida globalmente para captar turismo internacional. Entre todos hemos de ser capaces de explicar que lo más alejado de Barcelona está a una hora y media”.
DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL Las actividades que promueve Turisme de Barcelona se reparten por los diez distritos A MENOS DE UNA HORA Y MEDIA La diputación ve en la potencia de la marca de la ciudad la oportunidad para su entorno