El destino Barcelona-Madrid
BARCELONA és molt més es el nombre de un programa para llevar turistas a los barrios menos céntricos y a otros destinos fuera del municipio. La iniciativa persigue aliviar la congestión de Ciutat Vella y permitir que la periferia se beneficie del turismo.
El primer propósito es extraordinariamente complejo: requiere corregir una tendencia de varios siglos. La Rambla y su entorno han sido el primer destino de cualquier viajero que diera con sus huesos en la ciudad. Stendhal, George Sand, Apollinaire, Genet, Orwell, Malraux o Mutis contribuyeron con su testimonio a la leyenda. Llegados a este punto, Ciutat Vella sólo la pueden recuperar los propios barceloneses con una ofensiva cívica y cultural que hoy se antoja improbable.
Menos complicado parece el segundo objetivo. En definitiva, se trata de superar la escala del mapa turístico barcelonés definida por el eje Rambla-Sagrada Família y ampliarla en la medida de lo posible. Que Barcelona se haya convertido en un destino de segunda visita es en este sentido una ventaja.
El cambio de escala es la única opción de futuro y no tiene por qué detenerse en los territorios unidos por lo que llamaríamos una relación afectiva. El urbanista Greg Clark plantea en su último libro, Global cities, las ventajas e inconvenientes que deben sopesar las “ciudades vecinas con duplicidades funcionales”. Habla de Melbourne y Sydney; Río y São Paulo; Johannesburgo y Ciudad del Cabo y, obviamente, de Barcelona y Madrid. Advierte Clark que la rivalidad entre ellas llega a ser tan intensa y absorbente a nivel local que puede hacer que se pierdan oportunidades en la escala global.
No parece un aviso extravagante. Habrá que superar antes muchos tabúes y tolerar que el fútbol siga ejerciendo de aliviadero de hostilidades, pero llegará un día en que Barcelona y Madrid asumirán que dos capitales tan vitales y bien comunicadas pueden venderse al mundo como un destino doblemente atractivo. Y no sólo para el turismo.