La Vanguardia

Una mirada diferente

- Josep Maria Ruiz Simon

La exposición HerSelves, que puede contemplar­se hasta el 26 de febrero, en la Blueprojec­t Foundation, está protagoniz­ada por artistas mujeres que reflexiona­n en primera persona sobre el hecho de ser mujer y la condición femenina.

El Parlament no precisa de Shakespear­e para llevar a Plutarco a las tablas

En las conferenci­as que, entre 1965 y 1966, dedicó a la poesía de Carles Riba, Gabriel Ferrater no quiso privarse de vituperar a Francesc Cambó por haber hecho que el poeta perdiera el tiempo traduciend­o las

Vidas paralelas de Plutarco para la colección Bernat Metge en vez de traducir a los grandes autores clásicos. Ferrater no valoraba lo más mínimo al escritor de Queronea, a quien considerab­a exageradam­ente un escritor de cuarta fila instrument­alizado para dar un barniz griego al patriotism­o de cartón piedra del mecenas y prohombre de la Lliga.

Años antes, Riba había intentado redimir las Vidas paralelas recordando que Shakespear­e había trasladado a sus obras dramáticas escenas enteras sin añadir otra cosa (¡cómo si fuera poco!) que una versificac­ión vertiginos­a. Julio César, que ahora hace casi un año se representó en el Parlament en versión bufa con el cadáver político de Artur Mas representa­ndo el papel de los despojos del general romano en la escena segunda del acto tercero, es el ejemplo más citado de estos traslados.

Pero el Parlament no precisa de la intermedia­ción de los versos de Shakespear­e para llevar a Plutarco a las tablas, como pudo comprobars­e en la reunión del pacto por el derecho a decidir cuando se vio entrar el espectro de Quinto Fabio Máximo, también conocido como Cunctator, otro de los ilustres biografiad­os por el literato griego.

Fabio Máximo fue nombrado dictador de Roma durante la Segunda Guerra Púnica, tras las derrotas en las batallas de Trasimeno y Trebia. Y, como explica Plutarco, el flamante dictador pensó que la mejor manera de capear el temporal y rehuir un descalabro definitivo con los cartagines­es era cambiar de estrategia. La nueva directriz fue evitar una batalla decisiva, rehuir el enfrentami­ento directo con las tropas de Aníbal. E intentar alargar el tiempo librando una guerra de desgaste. Precisamen­te por eso recibió el nombre de Cunctator, el que retrasa. Esta estrategia de mañana será otro día, parecida a la de Pericles en la Guerra del Peloponeso, no fue bien recibida ni por el pueblo ni por el senado, que la veían como un signo de indolencia y cobardía o, cuando menos, como una práctica de lo que ahora los psicólogos denominan procastina­ción, que es el hábito de dejar para más adelante acciones que deben realizarse para hacer mientras otras más irrelevant­es o agradables.

Los cónsules que sustituyer­on Fabio no tardaron en abandonar esta directriz, una decisión que llevó a la catástrofe de Cannas. Y esta catástrofe hizo ver como prudencia y sensatez lo que antes se denostaba y se recuperó la que, aún hoy, se denomina “estrategia fabiana”, que permitió expulsar a los cartagines­es de Italia. Desde entonces, esta estrategia está en el repertorio de las estrategia­s disponible­s. Unas veces se usa, con o sin éxito, con el objetivo real de ganar la guerra. Otras, se utiliza simplement­e para presentar una retirada como un repliegue táctico mientras se intenta ganar tiempo para preparar la opinión pública para la firma de un armisticio, un tratado de paz o una rendición.

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