La lógica del menú del sí o sí: lentejas o lentejas
Para los que no son especialmente monárquicos ni rufianísticamente republicanos, uno de los alicientes del discurso del Rey es interpretarlo para certificar críticas previamente establecidas. Por suerte el discurso incluye suficientes ambigüedades para animar este tipo de especulaciones. Este año el independentismo ha detectado críticas al proceso, aunque una selecta minoría de españoles democráticamente optimistas ha entendido que la referencia de Felipe VI al respeto también podía aplicarse a la intransigencia del PP. Este año TV3 ha emitido el discurso por el 3/24, un primer paso de distanciamiento que, puestos a sumarnos a la algarabía conjetural, podemos considerar un inicio de desconexión.
¿Hacia donde? Esta es fácil: hacia el referéndum. La evolución de este producto introduce pequeños cambios cosméticos a una conclusión que, si no fuera sustancial para el país, resultaría cómica. Se lo dijo el conseller Raül Romeva a Xavier Bundó (RAC1): “Habrá referéndum o referéndum en el 2017”. Alguien que acabe de aterrizar en Catalunya se podría preguntar si la frase no es redundantemente disonante y si, para decir lo mismo, bastaría un simple: “Habrá referéndum”. Recuerdo cuándo en sus colaboraciones de radio Quim Monzó introducía repeticiones aparentemente absurdas. Decía por ejemplo: “Me gusta el rubgy, el curling y el rugby”. En tiempos convulsos, la repetición como recurso cómico reconforta y quizás esté en el origen del santo grial refrendario. Contagiados por la moda del síosí (que por desgracia están adoptando tanto nuestros hijos como nuestros cuñados abandonando la elegancia del genuino tant sí com no), se excita el énfasis militante y se castra la gestación de un posible pacto. Que sea un planteamiento muy democrático es otra historia, y también se entiende en un contexto en el que el interlocutor tampoco es el colmo de la transigencia. De hecho, ambos bandos actualizan a su manera el calórico dicho de “son lentejas, si quieres las comes y si no, las dejas” y perpetúan el cliché, desesperadamente tramposo, de que los unos son demócratas y los otros no.
Sensibilizado por la fiebre navideña, el presidente Rajoy video-conferenció con las bases españolas desplegadas en quince misiones y dieciséis países. Era un trámite, pero, de cara al referéndum o referéndum, convendría aclarar cuál será la política de defensa de la nueva república catalana desconectada de la decadente España borbónica. ¿Se contratarán compañías privadas de seguridad o nombraremos a un ministro respetado por sus valores de marcialidad y firmeza? ¿Un candidato? Se me ocurren dos: Josep Garganté o, sí o sí, Josep Garganté.
Que sea un planteamiento muy democrático es otra historia