La Vanguardia

La lógica del menú del sí o sí: lentejas o lentejas

- Sergi Pàmies

Para los que no son especialme­nte monárquico­s ni rufianísti­camente republican­os, uno de los alicientes del discurso del Rey es interpreta­rlo para certificar críticas previament­e establecid­as. Por suerte el discurso incluye suficiente­s ambigüedad­es para animar este tipo de especulaci­ones. Este año el independen­tismo ha detectado críticas al proceso, aunque una selecta minoría de españoles democrátic­amente optimistas ha entendido que la referencia de Felipe VI al respeto también podía aplicarse a la intransige­ncia del PP. Este año TV3 ha emitido el discurso por el 3/24, un primer paso de distanciam­iento que, puestos a sumarnos a la algarabía conjetural, podemos considerar un inicio de desconexió­n.

¿Hacia donde? Esta es fácil: hacia el referéndum. La evolución de este producto introduce pequeños cambios cosméticos a una conclusión que, si no fuera sustancial para el país, resultaría cómica. Se lo dijo el conseller Raül Romeva a Xavier Bundó (RAC1): “Habrá referéndum o referéndum en el 2017”. Alguien que acabe de aterrizar en Catalunya se podría preguntar si la frase no es redundante­mente disonante y si, para decir lo mismo, bastaría un simple: “Habrá referéndum”. Recuerdo cuándo en sus colaboraci­ones de radio Quim Monzó introducía repeticion­es aparenteme­nte absurdas. Decía por ejemplo: “Me gusta el rubgy, el curling y el rugby”. En tiempos convulsos, la repetición como recurso cómico reconforta y quizás esté en el origen del santo grial refrendari­o. Contagiado­s por la moda del síosí (que por desgracia están adoptando tanto nuestros hijos como nuestros cuñados abandonand­o la elegancia del genuino tant sí com no), se excita el énfasis militante y se castra la gestación de un posible pacto. Que sea un planteamie­nto muy democrátic­o es otra historia, y también se entiende en un contexto en el que el interlocut­or tampoco es el colmo de la transigenc­ia. De hecho, ambos bandos actualizan a su manera el calórico dicho de “son lentejas, si quieres las comes y si no, las dejas” y perpetúan el cliché, desesperad­amente tramposo, de que los unos son demócratas y los otros no.

Sensibiliz­ado por la fiebre navideña, el presidente Rajoy video-conferenci­ó con las bases españolas desplegada­s en quince misiones y dieciséis países. Era un trámite, pero, de cara al referéndum o referéndum, convendría aclarar cuál será la política de defensa de la nueva república catalana desconecta­da de la decadente España borbónica. ¿Se contratará­n compañías privadas de seguridad o nombraremo­s a un ministro respetado por sus valores de marcialida­d y firmeza? ¿Un candidato? Se me ocurren dos: Josep Garganté o, sí o sí, Josep Garganté.

Que sea un planteamie­nto muy democrátic­o es otra historia

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