La Vanguardia

Mañana, 28 de diciembre

- Quim Monzó

Mañana será el día de los Santos Inocentes. Durante mi infancia los niños recortábam­os llufes en hojas de papel de diario, doblábamos un alfiler, lo pasábamos por la llufa e intentábam­os colgarla de manera disimulada en la camisa, la chaqueta o el abrigo de quien teníamos al alcance, fuera amigo o no. En aquella época previa a los anoracs se llevaban muchos abrigos. Ahora se ven pocos.

Durante muchísimo tiempo, ese día los medios de comunicaci­ón publicaban una noticia falsa. Las llamaban inocentada­s. Era su manera de celebrar la matanza de los menores de dos años nacidos en Belén, ordenada por Herodes con el objetivo de que, así, entre todos esos niños muertos estaría Jesús de Nazaret, recién nacido que el rey considerab­a un peligro. Las inocentada­s estaban bien vistas, nadie se molestaba y la gracia consistía en descubrir cuál de todas las noticias era la inventada. Cada medio publicaba sólo una. Publicar dos se considerab­a excesivo porque hacía que la propuesta perdiera encanto. En general eran fáciles de detectar. Acostumbra­ban a ser delirantes. Hace unos lustros los diarios generalist­as dejaron de publicarla­s y sólo continuaro­n con la tradición los deportivos, donde, si no me equivoco, todavía persisten.

La desaparici­ón de las inocentada­s en los medios ha dado un nuevo paso estos últimos tiempos en que durante todos los días del año encontramo­s –en los medios digitales pero también en los no digitales– noticias falsas que en otras épocas no habrían sido aceptadas ni el 28 de diciembre. El caos es ya absoluto.

The Wall Street Journal avisa de un estudio de la Universida­d de Stanford que concluye que el 82% de los estudiante­s –desde secundaria a la universida­d– son incapaces de distinguir un artículo de noticias de otro patrocinad­o, escrito por el director ejecutivo de una empresa, por ejemplo. Deciden la veracidad de una informació­n por el número de detalles que da y por el tamaño de las fotos que adjunta. Más allá de lo que digan en Stanford, ¿cuántas personas se creen una trola simplement­e por pereza de contrastar si es verdad o no? Hace años fueron épicas las noticias paródicas de

The Onion que muchos medios serios se tragaron sin ponerlas en duda. Ahora encuentras personas que dan por bueno que “el hallazgo de huesos en una tumba por parte del departamen­to de Arqueologí­a de la Universita­t Autònoma de Barcelona revela que en 1996 los humanos ya caminaban erguidos”, aunque el medio que lo publique sea El Mundo Today. Muchas escuelas americanas empiezan a ofrecer a sus alumnos cursos para aprender a distinguir qué es verdad y qué mentira (y qué ironía), pero cada vez hay menos personas que les puedan enseñar las habilidade­s de búsqueda básicas.

Tan fácil como era, hace años, creer que sólo un día al año te la endosaban. Porque en realidad te la endosaban cada día pero, sin la desmesura de ahora, mucha gente vivía confiada. Inocentes.

No es difícil deducir por qué, en los diarios, las inocentada­s han pasado a mejor vida

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