52 normativas
Recomiendo el último informe de la Plataforma per la Llengua, la oenegé que actúa como observatorio de las agresiones contra el catalán. Este último estudio, que lleva por título Novetats legislatives del BOE en matèria lingüística durant el govern en funcions de Mariano Rajoy, y que se puede leer en www.plataforma-llengua. cat, es una crónica del delirio uniformizador del nacionalismo español, que no se detiene ni cuando ejerce en funciones. Es decir, ni siquiera en situación de provisionalidad, cuando sólo debía gobernar para mantener la estabilidad, dejó de actuar contra el catalán. Y el proceso fue tan minucioso como casi imperceptible, porque se pierde en una amalgama de leyes menores.
Lo explica la misma plataforma: “El castellano se estableció como obligatorio en sectores como la empresa, el deporte y la enseñanza. Además, aprobó, durante el año 2015, 101 regulaciones que priorizaban el castellano y sólo una en que tenía en cuenta las lenguas oficiales en varias comunidades”. Y a partir de aquí, entramos en un rosario de intenciones, que, visto el instinto destructivo, parece el rosario de la aurora. Por ejemplo, asegura que el Estado impone de manera tan natural el castellano, que incluso toma “decisiones políticas de cariz discriminatorio como meros trámites de carácter técnico y burocrático”, y detecta “hasta 52 decisiones que imponen el castellano y que dejan el catalán como trámite opcional”. Más allá de los meses de interinidad, la plataforma habla de más de cien normas redactadas sólo en el 2015, aparte de nueve reales decretos, con el único objetivo de discriminar el catalán de la cotidianidad y garantizar la imposición del castellano, que se controla al detalle. Por ejemplo, impone el castellano en el contrato marco de empresas gasísticas, obligadas a comunicarse o hacer arbitraje sólo en este idioma. La ley, sin embargo, valida las versiones en inglés o portugués de la norma, pero no las valida en catalán. Y así, decenas de ejemplos.
Ejemplos que se multiplican, como siempre ha hecho el nacionalismo español desde el decreto de Nueva Planta, o la prohibición del ilustrado Carlos III de cualquier enseñanza en catalán, bajo penas durísimas contra los profesores. Desde 1714, la lista de acciones españolas que prohibían el catalán (en 1838 llegaron a prohibirlo en los epitafios de los cementerios) acumula decenas de miles de normas, leyes y reglamentos, y continúan igual... ¿Por qué? ¿Por qué esta obsesión represiva contra un gran legado lingüístico que ha obligado a los catalanes, generación tras generación, a luchar por su idioma? ¿Tan débil es la autoestima española que necesita imponerse para sentirse segura? Lo es, aparte de denotar una mentalidad regresiva, intolerante y antimoderna. Y después dicen que quieren hablar. Pero mientras lo dicen, dedican esfuerzos ingentes a cortarnos la lengua. ¡Qué fatiga de siglos!
¿Tan débil es la autoestima española que necesita imponer el castellano para sentirse segura?