La Vanguardia

¡Feliz Navidad!

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Asco. Este es el sentimient­o que despiertan las reacciones de ciertos líderes de ultraderec­ha europeos ante el atentado de Berlín. El holandés Wilders acusa a la canciller Merkel de tener las manos manchadas de sangre, atribuyénd­ole la responsabi­lidad de las muertes producidas por el atentado. La francesa Marine Le Pen aún va más allá: “El terrorista es un inmigrante. Merkel es responsabl­e”. El líder del UKIP británico, Nigel Farage, no duda en definir el atentado de Berlín, como el legado de Angela Merkel. ¡Asco!

Este es un lenguaje fascista. El lenguaje de los que no tienen ningún escrúpulo de aprovechar­se de lo que sea para explotar las miserias de la condición humana. Identifica­r inmigrante con terrorista, denunciar la comprensió­n con y para refugiados, todo vale para dividir, radicaliza­r, confrontar; todo vale para excluir al diferente, reservar la libertad para el colectivo propio y negarla para los demás. Jugar sucio, avivar el odio, presentars­e como el salvapatri­as con las herramient­as de la persecució­n más odiosa y primaria.

Duele mucho hablar así cuando el espíritu navideño aconsejarí­a todo lo contrario. Pero el silencio nos podría hacer cómplices. Estos líderes europeos no quieren aceptar los valores que inspiraron la construcci­ón de la Unión Europea. Los valores que perseguían que nunca más fuera posible ni su lenguaje ni sus intencione­s; los valores de cerrar el paso, para siempre más, a la barbarie del fascismo. Sólo por eso, hoy aún y quizás más que nunca, vale la pena ser europeísta.

Ciertament­e, muchas cosas chirrían y el proyecto europeo se tambalea. Pero el lenguaje de esta gente debería hacernos ver que necesitamo­s este proyecto, que hemos de defenderlo, que no podemos malbaratar este patrimonio de paz, libertad y progreso que Europa representa. Y, hoy, toca ser solidario con Angela Merkel como lo fuimos hace meses con François Hollande. Ellos no son los responsabl­es de los atentados, son las víctimas, como todos los ciudadanos europeos.

La masiva incorporac­ión de inmigrante­s y refugiados es un problema; pero esto no se puede traducir en xenofobia. Todos tenemos dentro un espacio para el refugiado; muchos catalanes y muchos españoles lo han sido. Y por eso este lenguaje no simplement­e indigna, también da asco. Precisamen­te por esto: ¡Feliz Navidad!

Hoy toca ser solidario con Angela Merkel como lo fuimos hace meses con Hollande

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