Los cazadores de fuentes
Dos jubilados recorren por su cuenta bosques y zonas rurales de la comarca de la Selva para adecentar manantiales
Rodeada de fresnos, nogales y pinos, la Mina de l’Ariet es una de las más de cien fuentes que hay en Sant Hilari Sacalm. Ramon Bohils se ha encargado de asegurar el drenaje del agua y también ha pintado el nombre del manantial para que pueda identificarse más fácilmente, mientras que Josep Masó se ha ocupado de su acondicionamiento y ha convertido un tronco en dos bancos para que el caminante pueda, tras calmar su sed, hacer un alto en el camino y contemplar este paisaje embriagador desde esta particular butaca.
Ramon y Josep no son operarios de mantenimiento del Ayuntamiento. Son dos jubilados que, unidos por la misma pasión, se dedican a cazar fuentes. Emplean su tiempo en recuperar de entre las piedras y del olvido los diferentes manantiales de esta población de la Selva y que precisamente dan fama al municipio, ya que se la conoce como la vila de les cent fonts.
Incansables, ya han arreglado una sesentena. La hoja de ruta que siguen es el catálogo de 1995, que elaboró Ramon tras más de dos décadas de estudio y trabajo. En este documento constan un total de 123 fuentes con la localización, el nombre y la calidad del agua, entre otros detalles. Esta cifra, sin embargo, va cambiando constantemente porque algunas fuentes urbanas desaparecen a causa de las obras y otras, en cambio, emergen de imprevisto.
Estos expertos calculan que actualmente existen en Sant Hilari Sacalm unas 80 fuentes activas. “Si una fuente no tiene agua, la arreglamos; pero también hemos hecho muchas nuevas. Tenemos la esperanza de que en unos años aún encontraremos más porque en cualquier lugar donde brota agua, debajo de las piedras, se puede hacer una fuente. Es fácil. Le pones un tubo de goma y lo importante es que el agua corra y siempre estará perfecta y limpia”, explica Josep, de 74 años, quien subraya que su hijo también le suele acompañar en estas tareas.
Si algo les saca de quicio es la falta de civismo. “Hay mucho gamberrismo. Allá donde vamos hay incivismo”, lamenta Ramon, de 66 años, que una vez jubilado cambió la afición a la caza por la cesta llena de herramientas para recuperar las fuentes. A veces es el mobiliario o las vallas lo que encuentran roto y otras hay restos de basura en el suelo. Algunos propietarios recelan a la hora de abrir y acondicionar las fuentes que se hallan dentro de su propiedad precisamente por estos actos incívicos, y además tienen miedo de que la afluencia de excursionistas ensucie el bosque o propicie incendios.
Aunque no perciben ni un céntimo, estos jubilados trabajan codo con codo con el Ayuntamiento. “Nuestro objetivo es actualizar con ellos el catálogo para saber exactamente cuántas fuentes existen y ponerlas al servicio de la ciudadanía”, precisa el alcalde, Joan Ramon Viciana, que añade que “visitar las fuentes también es una forma de descubrir el territorio. Ves bosques, caminos, patrimonio cultural y enlaza con diferentes temas de interés para los visitantes”. El Ayuntamiento tiene previsto reunirse con los propietarios que aún se muestran reticentes a acondicionar sus fuentes para hacerles ver el valor de estos manantiales.
La pasión por las fuentes, sin embargo, se extiende más allá de Sant Hilari Sacalm. Josep y su hijo también han recuperado otros manantiales en poblaciones vecinas: 15 en Osor, 8 en Vilanova de Sau, 4 en Santa Coloma de Farners, dos en Sant Feliu de Buixalleu y una Anglès. “Los vecinos me lo piden. Me gusta y tengo tiempo”, asegura. Para el año que viene, su agenda ya empieza a llenarse: buscarán cuatro fuentes más en Sant Hilari Sacalm y otras dos en Vilanova de Sau, en lugares donde intuyen que hay agua.
Los dos incansables pensionistas logran que Sant Hilari Sacalm siga haciendo honor a su fama de ‘la vila de les cent fonts’