La cima del gozo
A través de las montañas podríamos trazar la historia y las doctrinas bíblicas como en un microcosmos. Se trata de lugares donde, según la Biblia, lo humano se encuentra con lo divino, como epítome de donde el Dios de Israel se relaciona con las personas tanto en el tiempo como en el espíritu.
La montaña de la transfiguración presenta tales características. Según la tradición evangélica Jesús llevó a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan a la cima de un monte, y, mientras oraban,
se transfiguró delante de ellos, apareciendo como una figura luminosa acompañado de Moisés y del profeta Elías, como signo del cumplimiento en Jesús de aquello que la Ley y los profetas habían predicho. La tradición nos dice que el lugar en que tuvo lugar esta manifestación fue el monte Tabor, que se encuentra al oeste del mar de Galilea, con una altura de 575 metros y unas vistas impresionantes de la región. Pero más allá de la toponimia, para la Biblia la montaña de la transfiguración es el lugar en el que se confirma la misión única de Jesús: tiene lugar cuando las autoridades desaprueban formalmente a Jesús,
lo que llevará a su condena y crucifixión. El evento de la transfiguración prepara a los discípulos a una realidad chocante: el mesías no es un líder político liberador, ni un mago poderoso, sino que está llamado a morir humildemente, para luego mostrar su verdadera fuerza mediante la confianza, la obediencia y el perdón.
La transfiguración es la anticipación de la resurrección de Jesús. Pero al mismo tiempo el Tabor es sobre todo símbolo del monte Sinaí, en el que la Ley fue revelada a Moisés, y del monte del Calvario, en el que Jesús tendrá que sufrir la muerte para dar sentido a toda su misión.