Rescate de un ‘monument man’
El historiador Joaquim Nadal recupera en dos libros la figura casi olvidada de Joan Subias
JOSEP PLAYÀ MASET
Muchas veces nos dejamos impresionar por los relatos de quienes ayudaron a salvar las obras de arte requisadas por los nazis y olvidamos que España sufrió también una trágica guerra que acarreó graves pérdidas patrimoniales y que hubo personas más anónimas que se jugaron la piel para salvar obras de arte. Una de ellas fue Joan Subias, una figura demasiado olvidada que ahora acaba de rescatar el historiador Joaquim Nadal, director del Institut Català de Recerca en el Patrimoni Cultural, a través de dos libros publicados casi simultáneamente.
Joan Subias Galter (1897-1984). Dues vides i una guerra, editado por el Institut d’Estudis Catalans (IEC), es una biografía a cargo de Joaquim Nadal, acompañada de un apéndice que incluye cartas, artículos, una completa bibliografía e ilustraciones. Girona fotògrafs. Joan Subias Galter, editado por el Ayuntamiento de Girona, cuenta con una extensa introducción de Joaquim Nadal y una selección de 90 imágenes. Subias era un gran aficionado a la fotografía y dejó más de 4.000 imágenes que junto con su archivo fueron donadas por la familia al IEC.
Subias nació en Figueres en 1897. Su padre era Antonio Subias Gonzalvo, catedrático de Filosofía del instituto, y su madre Dolors Galter. Tenía una hermana mayor, Pilar, que se casó con el filósofo Joaquim Xirau, exiliado a México en 1939. Se apuntó a los estudios de la Normal de la Mancomunitat y cursó estudios de Geografía, Historia y Pedagogía en la Universidad de Zaragoza pero no pudo titularse por un problema burocrático: no había realizado el examen de ingreso en el instituto. De joven trabó una fuerte amistad con Salvador Dalí y fue uno de los primeros en reivindicarle como prometedor artista en
Alfar, revista vanguardista de A Coruña. En 1926 se incorporó como inspector de Servicios Culturales de la Diputación de Girona. Desde este cargo pugnó para que los monasterios de Sant Pere de Roda y Santa Maria de Vilabertran fueran declarados monu- mentos nacionales. Durante estos años trabajó también en la protección del recinto fortificado y la villa romana de Tossa de Mar, el campanario de Sant Miquel de Fluvià o los Baños Árabes de Girona. Se casó con Conxita Fages Neyra de Gorgot, prima del poeta Carles Fages de Climent y miembro de una familia de hacendados. Como regalo de bodas Dalí les regaló un cuadro que durante la guerra utilizaron como protector contra los vidrios rotos por el bombardeo en su casa de Figueres y posteriormente vendieron para pagar los estudios de sus hijos. Con la llegada de la República pasó a ser funcionario de la Generalitat. En 1935 fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y al iniciarse la Guerra Civil pasó a formar parte de la Comisión del Patrimonio Artístico y Arqueológico, encargada de salvaguardar especialmente los edificios religiosos de la ira anticlerical desatada tras la sublevación. Sus memorias fragmentarias, recogidas por Joaquim Nadal, incluyen episodios peliculeros como su entrada en Castelló d’Empúries, en 1936, con el diputado Blasi, en un coche de la Generalitat y dos chóferes con las pistolas en alto para impresionar al comité local que los esperaba en la plaza. Frente a la portalada de iglesia de Santa Maria hicieron construir un muro y colocaron un cartel de “monument nacional” y protegieron también el retablo y el altar.
Durante la guerra, Subias vivió y trabajó en Girona, Barcelona, Olot y, finalmente, en Can Descals, en Darnius, cerca de la frontera, una masía donde la Generalitat trasladó parte de las colecciones de arte para protegerlas. En esa casa coincidió unos días con el presidente de la Generalitat Lluís Companys. El 7 de febrero de 1939 pasó con su mujer y sus tres hijos a Francia y estuvo tres meses en La Redorte, cerca de Toulouse. Regresó clandestinamente pero, en vez de ser reconocida su labor, fue destituido de la Junta de Museos de Catalunya, expedientado y depurado de la Diputación de Girona. Se le acusó, entre otras falsedades, de “haber dado ocasión con sus intervenciones a que se destruyeran muchos objetos artísticos” y “haber concurrido a la profanación de las reliquias de San Narciso”. Tardó diez años en ser rehabilitado y pagó “un precio muy alto”, señala Nadal. Durante este tiempo trabajó con editoriales, publicó artículos y dio clases no regladas. Una de sus obras más destacadas fue El monestir de Sant Pere de Roda, publicado por Ariel en catalán en 1948, en una edición de tan sólo 125 ejemplares. Acabó siendo profesor de Bellas Artes hasta su jubilación definitiva.
La documentación hallada por Joaquim Nadal demuestra que esta biografía es “la de un hombre roto por la Guerra Civil”, pero también “la historia de una lucha tenaz por la recuperación de los derechos y la dignidad”.
En 1936 Subias entró en Castelló d’Empúries con dos hombres armados para proteger la iglesia de Santa Maria