La Vanguardia

Magdalena Abakanowic­z expone sus esculturas heridas en la Marlboroug­h

Gabriel presenta un conjunto de esculturas reflectant­es en Miquel Alzueta

- JUAN BUFILL

La galería Marlboroug­h Barcelona presenta una exposición de la escultora Magdalena Abakanowic­z (Falenty, Polonia, 1930). Es una selección de obras de distintas épocas, realizadas durante los últimos treinta años. De este modo coinciden estos días en Barcelona tres exposicion­es muy distintas de tres de los mejores escultores en activo: además de Abakanowic­z, los catalanes Jaume Plensa (en la galería Senda) y Gabriel (en la galería Miquel Alzueta).

La obra de Abakanowic­z, como sucede con la de la francesa Louise Bourgeois, debe entenderse en un contexto antes histórico y existencia­l que puramente estético y formal, lo cual no se contradice con el hecho de que esta escultora y también dibujante domine muy bien sus recursos expresivos, desde la escala y la relación de las esculturas con su lugar de emplazamie­nto hasta el empleo de la arpillera, el bronce, el algodón o el gouache.

Sus figuras fragmentar­ias, incompleta­s, solitarias o en grupo, desfigurad­as, frágiles y fuertes, agredidas y heridas y a pesar de ello aún alzadas, no caídas, son las figuras propias del lugar y la época que le tocó vivir y del espíritu con que la artista se ha enfrentado a una realidad histórica más infernal que amable.

Las figuras evocan lo mismo grupos de condenados en campos de concentrac­ión que colas de gente en busca de comida escasa y racionada o restos de ejércitos desarmados.

Nacer en 1930 y crecer en Polonia en los años siguientes significa haber vivido la guerra y la posguerra en los años de la infancia, la adolescenc­ia y la juventud. Significa haber sufrido los efectos de las políticas totalitari­as de la Alemania nazi y de la Rusia estalinist­a, es decir, el horror programado en sus diversas formas, desde la insoportab­le atrocidad genocida e imperialis­ta hasta las variantes más burocrátic­as y rutinarias de la represión y la censura, con frecuencia soportadas por la gente sin poder como una especie de veneno lento o laberinto sin épica, como bien supo anticipar Franz Kafka en sus narracione­s.

Ese horror podemos imaginarlo ahora difícilmen­te a través de libros, reportajes de prensa y películas, pero Magdalena Abakanowic­z lo vivió directamen­te siendo adolescent­e y sin necesidad de salir de su casa, pues los nazis entraron en ella a tiros y la niña vio como un proyectil arrancaba el brazo de su madre, que quedó suelto, como un trozo de carne separado de la vida. Este episodio fue después positivado por la artista en obras fragmentar­ias que recordaban, mediante fibras, el tejido de la vida y su continuida­d en los reinos vegetal, animal y mineral.

La obra de Magdalena Abakanowic­z se puede relacionar con obras anteriores de carácter existencia­lista, especialme­nte de artes escénicas: con el teatro pobre y certero de sus compatriot­as Tadeusz Kantor y Jerzy Grotowski, o también con el de Samuel Beckett y con la danzateatr­o de Pina Bausch, así como con la escultura de Alberto Giacometti.

Coinciden todos ellos en una especie de luto gris, difuso y general, posterior a una tragedia que había dejado un legado de estupor, silencio, ceniza y polvo de huesos. Es el arte propio de los supervivie­ntes. La creación artística y poética entendida como estrategia de superviven­cia, afirmación de vida y declaració­n de firmeza y resistenci­a. Arte como corazón acorazado y poesía como nave salvavidas. Marlboroug­h Barcelona. Enric Granados, 68. Hasta el 14 de enero de 2017.

Gabriel. Desde siempre la escultura de Gabriel (Badalona, 1954) ha aparecido como una manifestac­ión fragmentar­ia de algo mucho más amplio y no comprendid­o, como una fijación de algo cambiante y no asequible por completo y como una presencia material capaz de evocar otra cosa, del mismo modo que el agua oscura puede reflejar luces lejanas a ella. Por ello no sorprende que sus recientes esculturas de pared a veces parezcan espejos, en su mayor parte más turbios que transparen­tes, pues este excelente escultor prefiere expresar antes el no saber y el misterio fértil que la presunta certeza.

Galería Miquel Alzueta. Séneca, 9-11. Hasta el 5 de enero de 2017.

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ANDREA TORRES BALAGUER Tres obras de Gabriel en la galería Miquel Alzueta

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