La Vanguardia

Cuando se jugaba el día de Navidad

El 25 de diciembre de 1965, el Blackpool ganó por 4-2 al Blackburn , con dos asistencia­s de Alan Ball. No se ha vuelto a jugar en esa fecha

- Rafael Ramos

Los Wengers, Mourinhos y Guardiolas se quejan de la acumulació­n de partidos de la Premier League durante las fiestas, y de que sus estrellas hayan de saltar al campo los días de San Esteban y Año Nuevo, además de los sábados que pillen de por medio, con la concentrac­ión de cuatro jornadas en ocho o nueve días. Y tampoco les fascina a los futbolista­s españoles o italianos, acostumbra­dos a pasarse las Navidades en casa comiendo turrones, y no digamos a los de países como Alemania, donde el campeonato tiene un parón invernal.

Pero hasta 1957, además de todos esos encuentros, había en Inglaterra una jornada completa el día de Navidad. Si el 23 de diciembre caía por ejemplo en sábado, había fútbol, y también el 25 y el 26 (tres partidos en 72 horas), y se volvía a jugar el 30 y el 1 de enero. La tradición terminó cuando a finales de los cincuenta los sindicatos consiguier­on arrancar al gobierno conservado­r de Harold MacMillan que el día de Navidad fuera fiesta para los trabajador­es de los transporte­s públicos, y no funcionara­n ni el metro ni los trenes ni los autobuses. Todavía sigue siendo así, como pueden comprobar los turistas que llegan a Heathrow o Gatwick, y para ir a su hotel no les queda otra que pedir un Uber con el móvil y pagar el viaje a precio de oro.

El último partido navideño propiament­e dicho en la historia de Inglaterra se disputó en 1965 en el estadio de Bloomfield Road, entre el Blackpool y el Blackburn Rovers, un derbi de Lancashire. Así como en el resto del país se había dejado ocho años antes de jugar el día 25, no así en la decadente ciudad costera, con su Torre Eiffel de imitación, sus tranvías de dos pi- sos, salones de máquinas tragaperra­s y chiringuit­os de grasiento

fish and chips. E ingleses de clase trabajador­a (cuando aún se podía hablar de clase trabajador­a) que, a pesar de la lluvia y el frío, iban con la familia a pasar una semanita de asueto en una pensión de mala muerte, aunque pisar la playa fuera una quimera, y los niños sólo pudieran usar el cubo y la pala con la tierra de los numerosos descampado­s.

El turismo fue lo que hizo que el fútbol del día 25 ganase unos años de prórroga en Bloomfield Road. El club necesitaba dinero, y la presencia de familias del norte de Inglaterra garantizab­a una entrada de más de veinte mil espectador­es. El partido se jugaba a las tres, después de comer, y como no había transporte público tenía que tratarse de un derbi local. El árbitro deseaba a los jugadores Feliz Navidad, y desde las gradas se lanzaban en dirección al terreno de juego, como si fueran confeti, trozos de cáscara de mandarina. Pero aparte de eso, nada especial.

El último partido lo disputaron el Blackpool y el Blackburn Rovers, con victoria local por 4-2. Los seguidores del equipo visitante (que sufrió una temporada nefasta, con un brote de polio incluido) hicieron el viaje en coche, en grupos de tres y cuatro compartien­do la gasolina, y muchos efectuaron a pie buena parte de los 35 kilómetros que separan las dos ciudades de Lancashire, hasta que algún alma caritativa los recogía en la carretera. Estaba previsto que al día siguiente, San Esteban, volvieran a jugar en el otro campo, pero el encuentro se suspendió porque el césped de Ewood Park estaba congelado.

Los mandarinas, como se conoce al Blackpool por el color de sus camisetas, tuvieron su mejor época después de la Segunda Guerra Mundial, llegando a tres finales de copa (de las que ganaron una, la de 1953, por 4-3 al Bolton Wanderers), contando en sus filas con esa gran leyenda del fútbol inglés que fue Sir Stanley Matthews, y proporcion­ando cuatro jugadores a la selección inglesa que ese mismo año sufrió la humillació­n de perder 6-3 en Wembley ante la Hungría de Puskas, Kocsis y Czibor. Para 1965, cuando se jugó el histórico y último partido navideño, su estrella había ya decaído, pero aún así tenían un equipo decente en el que destacaba Alan Ball, a punto de ser traspasado al Everton. Ese día dio dos pases de gol.

El Blackpool ha jugado una temporada en la Premier League, la del 2010-2011, ganando siete partidos, entre ellos los dos al Liverpool. En la primera jornada derrotó 4-0 al Wigan y fue líder por unas horas. Tras un buen comienzo, se desplomó en la segunda vuelta, y perdió la categoría justo 365 días después de haberla ganado, con una derrota por 4-2 ante un Manchester United que ya era campeón pero no tuvo piedad. Hoy, de capa caída, languidece en la cuarta división del fútbol inglés, y de aquellos días de vino y rosas en que se jugaba al fútbol el día de Navidad sólo sobreviven los recuerdos, la lluvia y el inconfundi­ble olor a fish and chips.

En los años cincuenta el Blackpool tuvo un equipazo en el que jugaba sir Stanley Matthews

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AP Harry Johnston y sir Stanley Matthews (derecha), del Blackpool, con la Copa inglesa de 1953
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